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Henri Cartier-Bresson es, junto a Robert Frank, uno de los fotógrafos a los que se les puede considerar un maestro de maestros, el artista por excelencia en la historia del medio.

Uno de los que ya están en el Olimpo del arte universal, aunque el propio Cartier-Bresson ni siquiera consideraba que sus fotos fueran arte.

Sí, este genio era un humilde francés que incluso detestaba la fama, y era, asimismo, un gran defensor de la justicia social. Su obra e ideas han influido a titanes venideros como Annie Leibovitz, Steve McCurry y Sergio Larraín. Es tal el legado e influencia de Cartier-Bresson que la verdadera pregunta que nos debemos hacer es: ¿A quién no ha influido?

Para muchos es el padre de la fotografía de calle y el artista que perfeccionó el fotorreportaje, para otros es una indiscutible figura clave de la fotografía espontánea.

Por si fuera poco, es uno de los fundadores de la grandiosa agencia Magnum. Un pionero con todas las letras.

Un gigante cuyo aporte a la fotografía no solo fueron sus composiciones tan cuidadas sino un método de trabajo con una filosofía que resuena como un mandamiento no escrito para quienes amamos este oficio: el “instante decisivo”, un concepto poderoso que todo aquel que se apasiona por la fotografía debe conocer.

Este es Henri Cartier-Bresson, el ojo del siglo.

Fotografiar es colocar la cabeza, el ojo y el corazón en un mismo eje.

Biografía de Henri Cartier-Bresson

Un niño letrado e inquieto

 

Henri Cartier-Bresson nació un 22 de agosto de 1908 en un barrio acomodado de Chanteloup-en-Brie, Francia, como el mayor de cinco hermanos.

Desde su infancia estuvo en contacto con el arte, en especial gracias a su tío Louis, quien le introdujo en el mundo de la pintura cuando apenas tenía cinco años.

El padre del pequeño Henri era el dueño de una importante empresa textil, especializada en vender kits con el nombre Cartier-Bresson. La marca Cartier-Bresson era un nombre sumamente conocido en la Francia de aquellos días, y como era de esperarse, el padre esperaba que su hijo Henri heredase el poder de la compañía.

Pero ya entrando en la adolescencia estaba claro que los intereses del joven Bresson eran otros. En todo ese tiempo, estudió música, literatura y pintura, y estaba decidido a forjarse una carrera como pintor.

A sus 14 años, las pésimas notas de Henri durante su bachillerato ejercieron presión en la familia, por la que se le permitió descontinuar tales estudios y en su lugar fue aceptado en la recién fundada Academia André Lhote, una escuela especializada en artes plásticas, liderada por el artista homónimo.

Lhote, un reconocido pintor cubista y analista del arte, fue alguien sumamente interesado en las vanguardias del momento, y resultó inspirador para Bresson ya que le dio su primer contacto profundo con las artes plásticas.

De este modo, este pintor se convertiría en una influencia clave para el tipo de composición fotográfica que dominaría la carrera de Cartier-Bresson.

Retrato de Henri Cartier-Bresson

1928 – El instante en el que Henri Cartier-Bresson se enamoró de la fotografía

 

París en los años veinte y treinta gozaba de un ambiente artístico e intelectual sin precedentes.

Era la época de florecimiento de las vanguardias como el surrealismo, el dadaísmo, el cubismo y otros movimientos.

Para 1928 Henri ingresa brevemente a la Universidad de Cambridge, de Inglaterra, donde mejora su inglés y se apasiona por el cine y la fotografía, aunque sólo como espectador.

Su interés creció exponencialmente tras ver la icónica foto “Three Boys at Lake Tanganyika” de Martin Munkácsi, momento en el que se dijo que debía dedicarse a la fotografía, no solo admirarla.

Un año después y de regreso a Francia, el veinteañero Cartier-Bresson, irritado tras dar el servicio militar obligatorio, se deslizaba entre bares, clubes y fiestas frecuentadas por figuras tan distintivas e influyentes como Pablo Picasso y Ernest Hemingway, y los surrealistas Salvador Dalí, Man Ray y Max Ernst.

A menudo, esas fiestas las organizaba un errático bohemio que conoció en la guerra, el escritor llamado Harry Crosby, que era aficionado a la fotografía y enseñó a Henri lo que sabía.

La relación amistosa entre Harry-Henri fue corta pero intensa, y es en este contexto cuando compra su primera cámara, una Leica I.

En cuanto salió, la Leica I revolucionó el mercado fotográfico básicamente porque era “bonita, buena y barata”.

En concreto, su tamaño era compacto y ligero, y la configuración era veloz e intuitiva, lo que la diferenciaba del resto. Eso atrajo la admiración instantánea del entonces aficionado Cartier-Bresson.

Y nunca cambiaría de modelo de cámara.

Harry Crosby se suicidó meses después en extrañas circunstancias, y Cartier inició una aventura con su viuda Caresse Crosby, una enigmática editora que también le influyó en términos artísticos y políticos.

 

Primera etapa (1929-1932): Un poco de surrealismo y humanismo

 

Pronto, el estilo del fotógrafo se hizo reconocible: ordenado, calculado y, al mismo tiempo, con un toque de arbitrariedad.

La primera etapa en la fotografía del maestro estuvo definida por una clara influencia del surrealismo, y mostraba, ante todo, momentos anónimos de personas corrientes.

El toque surrealista se ve en el tono fantasmal de las fotos, las poses extravagantes y a veces sin un rostro visible.

Para profesionalizarse, viajó a la entonces colonia francesa Costa de Marfil en 1931, sitio donde por primera vez ejerció como fotorreportero.

El contacto con situaciones de guerra pronto le pasó factura: contrajo la fiebre de aguas negras, una complicación de la malaria que solía ser letal.

Casi lo mata e incluso preparó instrucciones para su funeral, pero por suerte logró recuperarse.

No sobrevivieron negativos de su viaje a Costa de Marfil. Eso sí, aprendió a darle un toque más subjetivo e íntimo a los fotorreportajes, lo que se conoce como fotografía humanista.

El principio del éxito: Detrás de la estación St. Lazare (1932) y Magnum (1947)

 

Su primera fotografía alabada entre las comunidades artísticas sería “Behind the Gare St. Lazare”, de 1932, donde una silueta anónima parece estar flotando en el aire.

Es una imagen que transmite a la perfección su concepto de instante decisivo, una idea que no se inventó él, pero que logró plasmar y definir mejor que nadie desde aquel año.

No sería hasta 1933 cuando obtiene su primera exposición importante, de la mano de un amigo conocido a través de los Crosby, Julian Levy, quien exhibe la novedosa obra de Bresson en una galería neoyorquina.

Para 1934 conoce a otra figura clave de su carrera: David Szymin, un intelectual polaco con quien conservaría una gran amistad de mutuo crecimiento fotográfico.

Szymin, que era apodado Chim por Henri, pasaría a llamarse David Seymour. Y a través de Chim conoce al emblemático fotógrafo Endre Friedmann, mejor conocido como Robert Capa.

Los tres empezaron a ser muy cercanos durante los viajes a la recién iniciada Guerra Civil Española de 1937 e idearon, una década después, un proyecto revolucionario:

La creación de una cooperativa de profesionales de la fotografía que lograse respaldar sus derechos, pues con regularidad, las revistas exigían que cada autor renunciara a la propiedad de sus imágenes.

Así nació Magnum, una agencia fundada por el mencionado trío y los colaboradores María Eisner, Rita Vandivert, George Rodger y William Vandivert.

 

Los picos de fama y consolidación (1933-1947): Resumen

 

Volvamos a 1933.

Desde aquel año, la carrera de Cartier-Bresson crece sin parar. Viaja a México, Francia y España, y alrededor de esa década comenzaría a tener sus primeros encargos para revistas como Life, Vu y Harper’s Bazaar.

Su trayectoria sobresale por imágenes mágicas de gente desconocida, pero también retrató sucesos históricos, como la Guerra Civil Española en 1937, la independencia de Indonesia de 1945, el funeral de Gandhi en 1948 y la revolución china de 1949.

Asimismo, a partir de los cuarenta retrató a celebridades como Albert Camus, Marilyn Monroe y Pablo Picasso.

En total, Cartier-Bresson viajó por más de cuarenta países y dejó medio millón de negativos al final de su carrera.

Se puede decir que la primera vez que llamó la atención del mundo del arte fue en 1932, pero es en 1937 cuando obtiene un mayor reconocimiento internacional tras retratar la coronación del rey Jorge VI de Inglaterra, en el Londres de entreguerras.

Era una de las noticias más esperadas de aquel año.

Sin embargo, Cartier-Bresson tomó las fotos considerando que el verdadero sujeto era la audiencia viendo al rey, no el rey mismo.

Así, volteó la espalda al rey, lo que, de hecho, era considerado un delito. Por seguridad y miedo a represalias, firmó la serie de fotos como “Cartier”.

El periódico que le encargó la serie, Ce Soir, llevaba sólo unos meses en funcionamiento, por lo que el enfoque de las imágenes resultaba doblemente oportuno.
A esto hay que sumar el hecho de que el francés aborrecía la monarquía.

Más adelante, su fama y reputación se cimentó al retratar el funeral de Gandhi y la revolución china entre 1948 y 1949, respectivamente. Y fue en esa época cuando co-fundó Magnum, quizá la agencia de fotografía más legendaria de todos los tiempos.

A su manera, el fotógrafo mostró parte de su marca al mundo en aquellos años: composiciones perfectas y, de fondo (y con algo de disimulo) un compromiso político por la justicia social.

De hecho, simpatizaba con la causa republicana en España e incluso dirigió un documental sobre la Guerra Civil Española.

En total, dirigió seis metrajes: cuatro cortos y dos mediometrajes.

Henri Cartier-Bresson cineasta y preso político (1935-1943)

 

 

Porque sí, el gran Cartier-Bresson también incursionó en el cine, aunque breve y tímidamente.

¿Cómo?

Todo empezó tras estudiar cine en Nueva York en 1935.

Después regresó a Francia a trabajar como actor extra y segundo asistente de dirección en las películas de Jean Renoir “La vie est à nous” (1936), “La Règle du jeu” (1939) y “Une partie de campagne” (1946).

La Règle du jeu” (en español: “La regla del juego”) fue una película de comedia dramática sumamente exitosa entre el público y la crítica, sin embargo, las otras dos cintas, de contenido más político, no pudieron ser estrenadas en su respectivo año.

Su compromiso social lo reforzó al enlistarse en el ejército francés como fotorreportero en 1940.

Poco después sería capturado por los alemanes y sobrevivió en campos de prisioneros durante tres años, e intentó escapar dos veces sin éxito, hasta que en la tercera fuga lo logró.

De 1943 a 1945 se le dio por desaparecido, se le creía muerto.
Tanto así, que el MoMA de New York estaba organizando una exhibición póstuma.

Se sorprendieron al enterarse que Cartier-Bresson no sólo estaba vivo sino que vendría con un documental bajo su dirección: “Le Retour“, que, justamente, trataba sobre el regreso de los prisioneros y refugiados franceses desplazados por el régimen nazi.

Tras tan devastadora experiencia, Bresson se acerca a las personas e inicia su nueva etapa como retratista. Y de los grandes.

Sea como fuere, desde 1932 a 1950 se ubica la etapa más fructífera e importante para el artista.

Porque para mediados de los cincuenta, se va aislando del mundo fotográfico, creyendo que ya había fotografiado todo lo que podía.

Finalmente, renuncia a Magnum en 1966 y dedica sus días a su antigua pasión: el dibujo y la pintura.

En 1952 publica su libro más influyente: “Images à la sauvette“, renombrado en español e inglés como “El momento decisivo“.

Pero… ¿Qué significa realmente el instante decisivo? O sobre el método de trabajo y filosofía de Henri Cartier-Bresson

 

Cartier-Bresson hizo lo posible para pasar desapercibido.

A menudo evitaba ser fotografiado, y si nos fijamos, las fotos de su rostro en la web suelen ser de cuando ya empezaba a ser mayor.

No hay casi ningún retrato del fotógrafo en su juventud.

Lo decidió así porque esto le permitía no ser reconocido y, por lo tanto, que no le llamasen la atención como lo hace una celebridad promedio.

Nunca se relacionaba con los sujetos del entorno (a menos que fueran retratos, claro está), sino que se esforzaba por permanecer en absoluto bajo perfil.

De hecho, pintó su Leica completamente de negro para que no se detectara con facilidad. Tomaba fotos a escondidas, a veces con la cámara preconfigurada.

Cuando el francés fue el encargado de retratar a un joven escritor Truman Capote en 1947, éste definió al fotógrafo como alguien en constante movimiento, deslizándose como una “libélula agitada“.

Ahora bien, ¿qué tiene que ver esa manera de trabajar con el mencionado “instante decisivo”?

Pues que, de esta manera, como decimos, evitaba toda interferencia con su entorno y por lo tanto, cualquier modificación.

Ergo, cualquier toma sería natural. En sus palabras: “no hay que forzar la fotografía, sino dejarla fluir“.

Se cree que el instante decisivo es sólo una forma de referirse a ese momento mágico en el que parece que todos los astros se alinean y la foto sale a la perfección por obra del azar.

Pero se trata de anticiparse a un evento con una mirada lúcida, digna de un cazador, e implica, asimismo, que se congela un momento de la vida que de otra manera no sería observado.

El ejemplo más claro está en la mencionada “Tras la estación St. Lazare” (1932).

Sólo imaginemos: ¿y si la foto se hubiera capturado un segundo antes o después? Simplemente no habría sido la misma imagen jamás.

Ese es un momento inmortalizado gracias al único medio que puede permitir tal mérito: la fotografía. Al menos, eso pensaba el maestro. El instante decisivo posee otro elemento crucial que debemos enfatizar: la estética y el orden. Es decir:

 

La composición simétrica de Henri Cartier-Bresson

“Para mí, la fotografía es el reconocimiento simultáneo, en una fracción de segundo, del significado de un evento y de una organización precisa de las formas que le dan a ese evento su expresión adecuada”.

 

Quizá nos podemos perder un poco en estas palabras, desde luego.

Pero lo que nos quiere decir es simple: Partimos de interpretar una realidad de tal forma que luzca atractiva en términos de composición.

Y es que el instante decisivo también involucra esto: la unión de contenido y forma, porque, dicho en cristiano, cualquiera puede hacer fotos lindas, pero no cualquiera hace fotos con contenido.

Fotos que nos obliguen a detenernos a pensar y a apreciar los detalles.

Bresson dividió su trabajo en cuatro tipos principales de fotografía: la fotografía humanista, la fotografía documental, la fotografía cándida y la fotografía surrealista.

La fotografía humanista se distingue del fotoperiodismo a secas por apostar por la subjetividad y transmitir un mayor grado de empatía.

Y la fotografía cándida o espontánea era, claramente, su preferida. Tal género se define por el énfasis en la naturalidad de las tomas y la negativa a que la imagen esté posada de alguna manera.

Así se evidencian las conexiones entre el fotoperiodismo y la fotografía espontánea y humanista. Henri se las ingeniaba para dominar los géneros y, a la vez, mezclarlos.

Las diferencias, a veces tan sutiles entre estos tipos de fotografía, fueron definidas entonces por figuras como el propio Bresson y el estadounidense Weegee.

Sí, estos son los campos en donde se suele etiquetar su obra, pero todas sus fotos, independientemente de la temática y género, transmitían un mismo estilo de composición.

Siempre en blanco y negro. Siempre, desde una cámara de 35 mm.

Y con frecuencia, con una maestría que se valía de la simetría dinámica y otras leyes de composición.

No debemos de olvidarnos de sus habilidades en dibujo y pintura y la influencia de su profesor André Lhote, a quien Bresson definió como su “maestro de la fotografía sin cámara”.

 

Composición y narrativa de Henri Cartier-Bresson

 

Descifrar las composiciones de Bresson es destapar un montón de formas y líneas simétricas de todo tipo, como explica Oscar En Fotos en este estupendo vídeo:

 

Lhote intentó mezclar el modernismo y las vanguardias en su obra cubista, en la que daba prioridad a las simetrías y el orden.

HCB trasladó tal constante, salvando las distancias, a su trabajo.
En sus términos, pintaba con la fotografía.

Pero el dibujo de Bresson tallado con luz no se hace sólo con la mencionada simetría dinámica. Usa todos los elementos posibles a su favor, por ejemplo:

  • Principio de figura y fondo: La diferenciación entre sujeto y fondo a través de contraste y diferencias tonales. Se ve en el retrato de Marilyn Monroe y las mujeres japonesas.
  • Semejanza o tema repetitivo: Elementos repetidos con distintos patrones algo variables. Pueden ser personas con cuerpos y ropas similares, pero alguien en concreto destaca.
  • Triángulo Dorado: A Cartier-Bresson no le bastaba con aplicar la regla de tercios, sino que gustaba complementarlo con líneas diagonales.
  • Espacio negativo: El fondo vacío o carente de sustancia que ayuda a enfocarse en el sujeto. Este es un patrón frecuente en sus retratos, como los de Albert Camus, Simone de Beauvoir y Jean-Paul Sartre.

 

La Espiral de Fibonacci y la simetría dinámica están presentes en su famosa foto de Hyères, donde retrata una escalera mientras pasa un ciclista. Jugaba con las sombras, los marcos naturales o el marco sobre marco.

En verdad, no hay regla de composición que Bresson no usara y dominase, de hecho las aplicó en la medida en que lo veía realmente conveniente.

No le importaba si en el camino dejaba algún error técnico o una aparente errata menor.

Hoy en día, la mayor lección que nos deja Bresson es que debemos dominar la técnica y entender la composición, pero siempre debemos hacerlo en la medida en que nos favorezca.

 

Para ir despidiéndonos, queremos repasar algunas de sus frases para aprender más de él.

 

Citas más célebres

 

Sí, Cartier-Bresson es quien dijo:

“Tus primeras 10.000 fotografías son tus peores fotos.”

 

Nos recalcó la necesidad de comprometerse:

“El fotógrafo no puede ser un espectador pasivo, no puede ser realmente lúcido si no está implicado en el acontecimiento.”

 

Y por si teníamos dudas de sus influencias:

“La cámara es para mí un cuaderno de dibujo, el instrumento de la intuición y la espontaneidad, el maestro del instante que, en términos visuales, cuestiona y a la vez decide.”

Su definición de lo que significaba fotografiar basándonos en el instante decisivo:

“Fotografiar es contener la respiración, cuando todas las facultades convergen para captar la realidad fugaz. Es en ese preciso momento que dominar una imagen se convierte en un gran placer físico e intelectual.”

Un mensaje para quienes hemos pensado que algo no era fotografiable:

“En fotografía, la cosa más pequeña puede ser un gran tema. El pequeño detalle humano puede convertirse en un leitmotiv.”

Y si nos quedan ganas de conocerle más a fondo, estos libros a continuación nos ayudarán en el objetivo.

 

Libros de Henri Cartier-Bresson

 

“Ver es un todo: Entrevistas y conversaciones 1951-1998”, 2014: Un completo libro que promete y cumple. Son doce conversaciones transcritas del gran Cartier-Bresson, perfecto para introducirse en su obra y pensamiento.

“Fotografiar al natural”, 2014: Una versión renovada de un clásico de Bresson, un pequeño libro (en tamaño y páginas) que sirve para releer una y otra vez, y tenerlo siempre presente.

“El instante decisivo”, 1952: Quizá el libro de fotografía más influyente de todos los tiempos. Eso sí: las versiones recientes cuestan entre €125 EUR a €700 EUR.

 

Curiosidades

 

No hace falta repasar sus premios y homenajes porque es una lista gigante e innecesaria ante un nombre como Cartier-Bresson, un hombre cuya maestría persistirá por siempre. Podemos, eso sí, resumir algunos hechos curiosos de su vida, que por falta de tiempo (y espacio) no podríamos detallar.

 

    • Tuvo una rivalidad no declarada con Robert Frank. 
    • Fue el primer fotógrafo occidental en poder retratar la Unión Soviética durante la posguerra. 
    • Una impresión en plata de la foto “Behind the Gare Saint-Lazare” fue vendida por 590.455 dólares durante una subasta de la Fundación Cartier-Bresson.
    • A partir de 1975 jamás volvió a tomar fotografías.
    • No le interesó nunca aprender a revelar sus propias fotografías.
    • No usaba flash, lo consideraba una aberración.
    • El fotógrafo Sergio Larraín y Cartier-Bresson se admiraban mutuamente. De hecho, Bresson invitó directamente a Larraín a formar parte de Magnum.
    • Contrario a lo que podría pensarse, la portada del libro “El instante decisivo” no es un dibujo de Bresson, sino de su amigo Henri Matisse.
    • En el año 2023 salieron a la luz nuevas fotografías del francés. Sí, inéditas. Son una serie dedicada a New Jersey.

 

Una última curiosidad…

Junto a su pareja Martine Franck, una gran fotógrafa de Magnum, fundó en 2003 la Fundación Cartier-Bresson, para mantener vivo el legado artístico de ambos. Y un 3 de agosto de 2004, con 95 años, el gigante se fue.

Henri Cartier-Bresson retrato

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Preguntas frecuentes

¿Qué género fotográfico fue el preferido de Cartier-Bresson??

Aunque realizó fotografía de retrato, es el fotorreportaje sin duda el género fotográfico que más experimentó.

De hecho es considerado el padre del fotorreportaje.

¿Siempre ha trabajado con cámaras Leica??

Todo el mundo le asocia con una Leica de 24 x 36mm., el arma de los reporteros, y fue el fabricante con el que trabajó practicamente toda su vida, pero su primera cámara fue una Kodak Brownie Box, con ella haría sus primeras fotos.

Hablando de conocer la vida de los fotógrafos que han hecho historia…

¿Sabes que mirar sus fotografías es la mejor manera de que las tuyas tengan alguna posibilidad de hacer historia también?

 

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