Cuando se habla de fotografía contracorriente y subversiva no puede faltar el nombre del estadounidense Lee Friedlander, uno de los fotógrafos vivos más originales y estimulantes de los últimos sesenta años.
Aunque sus fotografías recorren una basta variedad de temas —calles solas, autorretratos, carros, desnudos e incluso tallos de flores— hay una característica permanente: ambigüedad e incomodidad como máxima.
Sus fotos suelen despertar una primera impresión de confusión e incertidumbre:
¿Realmente son buenas fotos? ¿Por qué parecen repletas de errores? ¿Qué es lo interesante?
No obstante, una lectura detallada revela que Lee Friedlander es un genio como pocos, alguien que con su enorme trayectoria se ha ganado el estatus de retratista del paisaje urbano estadounidense.
”A veces solo los hechos hacen que algo sea interesante.
Biografía de Lee Friedlander
Amor a primera vista
Lee Friedlander nació en Aberdeen, Washington, un 14 de julio de 1934.
A diferencia de muchas otras leyendas de la fotografía a quienes hemos dedicado una entrada de la Fotopedia, Lee Friedlander descubrió su vocación (casi) instantáneamente.
A la edad de 14 años obtuvo su primera cámara y ganaba dinero como fotógrafo aficionado. Se había enamorado de la fotografía tras observar el proceso de revelado de una foto que realizaron a su padre.
No paró de fotografiar desde entonces. Décadas después afirmó que:
“Siempre quise ser fotógrafo. Pero nunca soñé que me divertiría tanto. Me imaginaba algo mucho más mundano”.
En 1952 a sus 18 años se inscribió en el Art Center College of Design de Pasadena para mejorar sus habilidades en la fotografía, pero pronto abandonó los estudios para seguir aprendiendo por su cuenta.
Aunque en el proceso se entusiasmó por las clases del pintor y fotógrafo Edward Kaminski, y descubrió la fotografía de Eugène Atget, Walker Evans y Robert Frank, sus grandes referentes.
Lee Friedlander, el retratista de las leyendas del jazz (1958-1970)
Cuatro años después se mudó a Nueva York y pronto entró en contacto con la discográfica Atlantic Records, en la que se volvió un fotógrafo recurrente para realizar las fotos de las portadas de los álbumes de jazz.
Su trabajo de dos décadas en Atlantic Records le permitió fotografiar a artistas como Ray Charles, Aretha Franklin, Sarah-Vaughan, Joe Turner y Miles Davis, a quienes retrataba a color desde ángulos cercanos y con un encuadre cuadrado.
Esto marcó una revolución para el mundo de las portadas de álbumes musicales, ya que estas características no eran frecuentes en la industria de ese entonces.
Pero a excepción de su obra con Atlantic Records, toda la fotografía de Lee Friedlander es en blanco y negro y está muy lejos de presumir de esos patrones modernos que usó para retratar a los artistas.
Los sesenta: el inicio de todo
La verdadera obra de Lee Friedlander empieza a desarrollarse a inicios de la década de los sesenta y llamó la atención rápidamente.
Su marcado estilo se diferencia por las composiciones sumamente cargadas y en apariencia caóticas, en las que a menudo algo estorba lo que se supone es el sujeto de la foto, y en no pocas ocasiones el propio fotógrafo es visible directamente a través de su sombra o de su reflejo sobre un espejo.
Os sonará un poco extraño a algunos de vosotros, pero en realidad Lee Friedlander ofrece muchísimo más a partir de ello.
Sus fotografías no son de lectura fácil y suelen exigir una observación calmada para comprenderlas.
No en vano Friedlander tiene tantas becas, premios y exhibiciones a sus espaldas, incluyendo la histórica exposición del MoMA New Documents, de 1967, orquestada por John Szarkowski y en la que compartió espacio con Diane Arbus y Garry Winogrand.
Ya con anterioridad había tenido su primera exposición en solitario hacia mediados de 1963.
Y para los años setenta ya era un artista por completo consolidado.
Pese a su carácter independiente, su trabajo fue encargado para Esquire, LIFE, Harper’s Bazar y Art in America.
Ha fotografiado fuera de Estados Unidos en países como España, Japón e Italia.
Asimismo, ha publicado alrededor de cincuenta fotolibros hasta la fecha, la mayoría autoeditados y con nombres bastante descriptivos, como es el ejemplo de Self-Portrait (1970), Flowers and Trees (1981) y Nudes (1991).
Dato curioso: una de las fotografías de desnudo realizadas por Friedlander en los setenta incluyen a una veinteañera Madonna cuando se ganaba la vida como modelo y bailarina.
Estilo visual de Lee Friedlander
En Friedlander hay una serie de conceptos clave que explota constantemente en su manera de componer, y que es necesario tenerlos en cuenta para comprender su obra.
Características
● El orden dentro del caos
En las imágenes de Lee Friedlander suele haber muchos patrones repetidos a nivel compositivo, y uno de los elementos que más repite es la composición a través de los diagonales, yendo así más allá de la básica regla de los tercios y aplicando, asimismo, la técnica Rabatment.
Para Friedlander, lo realmente fundamental es el contenido (la composición) no la forma (es decir, el sujeto o sujetos). Y ese contenido es recóndito para las miradas rápidas.
No importa si el sujeto es una calle con un par de carros, un árbol sin hojas o un televisor, la dinámica en el fondo es la misma: usar distintas reglas de composición (y ser indiferente a varios principios al mismo tiempo) para ofrecer una foto final que resulta armoniosa e interesante.
● La belleza y excentricidad de lo cotidiano
Por decirlo de alguna forma, su obra parece engañosa: se ve sosa, poco estimulante e insípida.
Se ve así porque, entre otras cosas, lo que ha elegido fotografiar parecen elementos de nulo interés.
Nos plantea esta pregunta: ¿qué tiene de interesante las ramas de los árboles, los maniquíes o las calles sin ninguna persona a la vista?
Cuando se ve una fotografía de retrato de leyendas como Diane Arbus o Steve McCurry, suele suceder que el sujeto retratado es llamativo de por sí, tiene algún tipo de belleza peculiar.
Garry Winogrand (quien fue amigo cercano de Friedlander, además) tenía la peculiaridad de fotografiar instantes sorprendentes, incluso si eran escenas cotidianas de la vida callejera.
Pero nada de esto pasa con Friedlander. En su obra apenas hay personas, lo que lo posiciona muy en contra de las tendencias de su momento.
Eran tiempos convulsos socialmente y la fotografía estaba evidenciando eso. Friedlander, en su lugar, levantó una revolución estética que parte de visibilizar las cosas corrientes, no las personas, ni siquiera en escenarios anodinos.
● El encuadre preciso (y varios al mismo tiempo)
Estas fotos nunca funcionarían de la misma forma si el fotógrafo no eligiese de manera concisa el encuadre.
Y Friedlander no sólo selecciona muy bien qué queda fuera y qué no, sino que tiene la constante de introducir encuadres naturales y múltiples al mismo tiempo.
Lo podéis notar en la serie America by Car, en la que todas las fotos están capturadas desde dentro de un coche.
El encuadre dentro del encuadre (y logrando que el encuadre en cuestión visibilice otra escena) es algo que se ve en su foto New Orleans (1969): el espejo del coche nos permite ver unos edificios y un camión, mientras al fondo hay otro vehículo y un hombre caminando. Parece demasiada información, pero los elementos se unifican a la perfección.
También usó este recurso en Nashville (1963), foto dividida en tres partes tal como si fuera un folleto: por un lado, un televisor, la puerta con un espejo que nos permite ver otra escena, y finalmente, el baño.
● Yuxtaposiciones visuales
Unido al uso original de los encuadres está la yuxtaposición de los elementos de tal forma que parte de estos parecen diluirse, desaparecer o mezclarse con otros.
Esto se ve en la mayoría de sus fotografías con espejos, en la que lo reflejado se combina con el resto del entorno retratado. Este tipo de composiciones son confusas y con frecuencia exigen una mirada detenida para entender la escena.
Si mirais Self Portrait, Westport, Connecticut (1968): ¿la persona de la cámara es real o es un póster? ¿Qué hace detrás del espejo?
Y fijaos cómo el reflejo de la pierna de Friedlander y otras partes de su cuerpo se mezclan con el sujeto de la imagen. No es accidental tampoco que el encuadre muestra hasta los hombros, pero no el cuello ni mucho menos la cabeza.
Y esto nos lleva a otro punto esencial del estilo visual del fotógrafo.
● El sujeto y un estorbo
Para Friedlander, el sujeto es el medio para un fin, pero no el fin en sí mismo.
Sus sujetos suelen estar en una condición cuando menos dudosa e inusual.
Se tiene como principio que el sujeto debe representarse claramente y estar distanciado de elementos distrayentes. Pero esto no pasa con la obra de Friedlander.
Las pocas veces en las que los sujetos están bien visibilizados en las fotos de Friedlander son en las que realizó de desnudo femenino y para Atlantic Records, por ejemplo.
En el resto de ocasiones, lo que se supone que es el sujeto de la foto tiene algo que lo oculta. Un buen ejemplo de ello está en dos de sus retratos a María, su pareja.
En una de las fotos, María es claramente visible, pero su rostro está parcialmente cortado: el encuadre no cubre su frente. Al mismo tiempo, la sombra de la cabeza de Friedlander reposa sobre el pecho de la mujer.
En otra icónica imagen, ella está en topless sobre una pared en la que reposa la fuerte luz solar de una ventanilla, pero su cuerpo se mezcla con la sombra del cuerpo de su marido.
¿Qué sensación os da?
Un ejemplo todavía más claro del sujeto con estorbo está en esta foto en la que una mujer mira a cámara, pero…
Solamente un ojo suyo es visible ya que una reja divide el encuadre y, asimismo, se distingue a dos mujeres diferentes al fondo, una con el rostro visible, la otra a espaldas.
● Lo subversivo como regla
La suma de todos estos elementos muestra la desobediencia estética de Lee Friedlander, que parte de un planteamiento radical que se opone a las normas no escritas de la fotografía que lideraron maestros como Henri Cartier-Bresson.
En Friedlander el sujeto apenas está definido, a veces incluso el horizonte está caído y el hecho de que su presencia, a través de sombras y reflejos, domine la composición de buena parte de su obra, es algo muy contracorriente para su momento e inclusive para hoy.
Que la sombra del fotógrafo sea visible, que todo luzca tan caótico y sin un tema son errores típicos de aficionado, no de alguien que mostró ser un maestro de la composición en fotos de músicos de jazz.
Así, Lee Friedlander se mueve en la ironía de ser ordenado en medio del caos, de parecer amateur cuando es una leyenda, de usar un sujeto pero no mostrarlo, destacar lo banal como extraordinario, de ser un autoproclamado fotógrafo del paisaje social aunque sin mostrar gente, etc.
Su obra es, ante todo, ambigua e incómoda. Es un tipo de fotografía llena de dinamismo que desafía el modernismo e impulsa la fotografía posmoderna, en la que se cuestiona la idiosincrasia de los estándares dominantes.
Temáticas y sujetos
Siendo un fotógrafo tan prolífico y que sigue en activo, los sujetos de Lee Friedlander han sido desde monumentos, bosques maniquíes, hasta habitaciones de hoteles y automóviles.
De hecho, estos dos últimos sujetos son los protagonistas (a medias) de algunas de sus series más recordadas: The New Cars, America by Car y The Little Screens.
Toda su carrera se puede dividir en tres grandes categorías: la fotografía del entorno urbano, la fotografía de su entorno cercano y personal (su musa y pareja, María y los autorretratos) y su fotografía para Atlantic Records.
Desde finales del siglo pasado hasta el presente, Friedlander ha experimentado en mayor medida con la textura a través de escenarios de la naturaleza, y cambió la Leica de objetivo de 35mm. por una cámara Hasselblad Superwide de 34 mm. Suele usar, independiente de la cámara, ópticas angulares.
En cuanto a temáticas, a grandes rasgos Friedlander explora la idiosincrasia de los Estados Unidos, como la cultura del consumo o la obsesión por los automóviles (The New Cars) y el auge de la televisión y su impacto social (The Little Screens).
En cuanto al mensaje, Friedlander apenas se ha interesado alguna vez por mostrarnos una historia completa y bien definida. Simplemente no es su intención contar un relato.
Más bien, su obra se debe apreciar como un rompecabezas. Hay muchas piezas, pero cada persona las tiene que conectar a su manera.
Series más reconocidas de Lee Friedlander
The Little Screens (1961-1969)
La primera gran serie que Friedlander realizó en el contexto histórico en el que la televisión estaba desplazando las salas de cine en Estados Unidos.
Era el auge de la televisión y había una tele en (casi) cualquier hogar estadounidense.
Así, Friedlander vio un concepto a explorar: la televisión como acompañante.
Las fotos retratan habitaciones de hotel solitarias e insinuando que hay una persona que no tiene ninguna compañía pero que, en realidad, es observada por la tele.
Friedlander congela fotogramas de la televisión que muestra primeros planos de personas, un ojo o un hombre en motocicleta.
Es una serie de lectura relativamente sencilla a comparación de la mayoría que has realizado, y también se distingue del resto de su trabajo en el hecho que son composiciones menos cargadas.
Walker Evans la definió de esta manera:
“Friedlander humaniza el brillo constante de la pantalla de modo que la gente en las imágenes se convierte en un sustituto de las personas que no están ahí”.
The New Cars (1964) y America By Car (1997-2009)
Cuando Harper’s Bazaar encargó a Friedlander fotografiar los últimos modelos de coches en 1964, el fotógrafo tuvo total libertad creativa para hacer de las suyas.
La revista esperaba una serie de fotografías que destacaran los automóviles, pero Lee los retrató en segundo plano: les estorbaban desde estacionamientos a lotes de autos usados e inclusive los mostró a través de los reflejos de los espejos de las tiendas de ropa.
Se defendió afirmando:
“Simplemente puse los autos en el mundo en lugar de colocarlos en un pedestal”.
Harper’s Bazaar pagó las fotos, pero no se publicaron nunca en la revista.
No fue hasta 2010 que Friedlander las publicó.
Y justo por aquella década entre 1997 a 2009 el artista completó America By Car, una serie con la que recorrió todo Estados Unidos y fotografió el país desde la vista de su coche.
El encuadre natural así como el espejo del retrovisor son figuras permanentes que Friedlander usa para sus intrincadas composiciones.
The Americans Monuments (1976) y American Musicians (1958-1970)
Una serie de años que se concluyó en un libro homónimo de éxito sin precedentes en 1976: estatuas de símbolos estadounidenses retratadas con aparente lejanía e incluso irreverencia, aunque en el fondo hay un permanente tono patriótico en todo el cuerpo de la obra.
En cuanto a American Musicians, las mejores fotos de esta serie fueron publicadas en otro libro homónimo de 1998.
Libros y frases
Cada una de las series mencionadas con antelación contienen libros homónimos en los cuales se pueden apreciar a fondo las fotografías de Lee Friedlander.
Aparte de esos libros os podemos recomendar estos otros, que solo se encuentran en inglés:
Friedlander First 50 (2019): Un repaso hacia los cincuenta libros anteriores que ha publicado el propio Friedlander y las fotos más destacadas de cada publicación. Incluyen extensas e inusuales entrevistas al autor y a su esposa María, por lo que este libro se autoproclama como “el más completo” sobre la vida, obra y estilo del fotógrafo.
Lee Friedlander: Self Portrait (1970): El primer éxito de ventas de Friedlander fue reeditado en 2005 y ofreció en su fecha original de estreno un impacto duradero a todo amante de la fotografía e inspirando a muchos más en el proceso, gracias a su originalidad, ambivalencia y toque surrealista.
Stems (2003): Quizá el conjunto de fotografía más abstracta y extraña incluso para los estándares de Friedlander. Esta vez usó los floreros y, específicamente los tallos, como sujeto.
El haber encontrado este sujeto y explorarlo fue una salida al forzado sedentarismo al que se expuso el fotógrafo tras su tratamiento para el dolor de rodilla, en el que incluso pasó tres meses sin poder fotografiar en absoluto, el único periodo de inactividad de su parte desde que empezó a disparar con la cámara a sus catorce años.
Sea como fuere, todo indica a que tendremos a Lee por un buen rato más. Esperamos que así sea.
De hecho, algunas de sus libros recientes son The Human Clay (2015) (una serie de cinco volúmenes, de hecho), Chain Link (2015-2017), Signs (2019) y The Shadow Knows (2020).
Para Lee, la mejor manera de apreciar una fotografía es a través del fotolibro. Que lo haga parecer fácil debe ser porque para él lo es. Después de todo, así lo ha dejado ver:
“El mundo hace mis fotos, no yo”.
“La fotografía es simplemente un gran juego: por muy complicada que pueda llegar a ser una imagen, se hace en 1/100 segundos o menos”.
En cuanto a la presencia de su propia sombra en sus fotos ha afirmado:
“Los fotógrafos siempre luchan por evitar su propia sombra y yo siempre he creído que es una criatura graciosa, de modo que le deje entrar por un tiempo. Al principio mi propia presencia en las fotos me pareció fascinante y perturbadora. Pero conforme pasó el tiempo y comencé a explorar otras ideas en mis fotos, pude reírme un poco de esos sentimientos”.
Premios y exhibiciones
Os mostramos una lista parcial de sus distinciones y exposiciones más relevantes.
● 1960, 1962 y 1977: Beca Guggenheim
● 1986: Medalla Edward MacDowell
● 2003: Medalla Especial de Royal Photographic Society
● 2005: Premio Hasselblad
● 1966: Toward a Social Landscape, una exposición colectiva organizada por Nathan Lyons.
● 2005: Friedlander (MoMA)
● 2010: America by Car (Whitney Museum of American Art)
● 2022-2023: Lee Friedlander (Fundación Municipal de Cultura, Educación y Universidad Popular de Gijón/Xixón y Fundación MAPFRE)
Legado
Lee Friedlander ha sido elogiado por leyendas de la fotografía como Richard Avedon, Walker Evans, Helen Levitt y Robert Frank, así como por la propia Diane Arbus y Garry Winogrand, quienes fueron amistades del fotógrafo.
Ha influido sobre la obra de artistas como Sigmar Polke, Eugene Richards y Gerhard Richter, quienes guardan una profunda admiración por el fotógrafo.
También es un gran admirador el cineasta Joel Coen, quien seleccionó 70 fotos de la carrera de Lee Friedlander para un libro y una amplia exposición de mediados de 2023 que se realizó en Fraenkel Gallery.
Asimismo, Friedlander ha sido responsable de resucitar del olvido el legado de las fotografías de E. J. Bellocq, ya que compró sus negativos en 1966, los reveló y los dio a conocer al MoMA, donde se exhibió la obra en 1970.
Desde entonces, la obra de Bellocq, consistente en fotos de las trabajadoras sexuales de New Orleans, es bastante célebre e influyente.
Lee Friedlander es creador de un idioma propio caracterizado por lo cotidiano, lo contracorriente e irónico a partes iguales, donde lo banal se convierte en una excusa para retratar lo que él mismo ha denominado como “el paisaje social” de los Estados Unidos.
Su habilidad de explotar lo banal para crear conceptos brillantes ha inspirado a incontables artistas, mostrándonos sin titubeos que es un maestro para conectar lo inconexo y un promotor distinguido de la fotografía posmoderna.
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Hablando de conocer la vida de los fotógrafos que han hecho historia…
¿Sabes que mirar sus fotografías es la mejor manera de que las tuyas tengan alguna posibilidad de hacer historia también?