Josef Koudelka es el responsable de icónicas imágenes de la invasión soviética a Praga de 1968, de íntimas fotos de los olvidados por la sociedad, y de las consecuencias de la industrialización.
Más de seis décadas retratando con empatía el espíritu incorruptible del ser humano en Europa y el Medio Oriente le posiciona como uno de los más míticos de la agencia Magnum.
La mirada lúcida, humanista y trascendental de este fotógrafo checo-francés ha sido fuente de inspiración para innumerables amantes de la fotografía.
Aunque puede ser difícil encasillar su trabajo en algún género fotográfico, Koudelka es un indudable maestro del blanco y negro, un documentalista en sus propios términos.
”Siempre intento encontrar la belleza en lugares donde el resto de personas no la ven.
Biografía de Josef Koudelka
Nacido un 10 de enero de 1938 en Boskovice, antigua Checoslovaquia (hoy República Checa), Josef Koudelka pasó su infancia cerca del Telón de Acero y alejado de las ciudades.
Le gustaba fotografiar a su familia con una cámara de baquelita ya a los 11 años.
Con 18 años ingresó en la Universidad Técnica Checa de Praga para estudiar ingeniería aeronáutica, carrera que completó con éxito cinco años después.
Koudelka empezó a estudiar fotografía durante su época de estudiante, y cuando se gradúa pasa sus ratos libres fotografiando con una Rolleiflex a los gitanos de su país.
Será a partir de 1961 cuando mostrará su trabajo fotográfico por primera vez en una exposición.
En 1967 abandona la ingeniería para dedicarse a la fotografía, mismo año en el que consigue el permiso para fotografiar obras de teatro en Praga.
Desde entonces se comenzó ver el especial ojo fotográfico de Josef.
Al principio, las fotos del pueblo gitano evidenciaron la marginalización a la que se enfrentaba tal población no sólo en Checoslovaquia, sino en Francia, España, Hungría y Rumania, lugares en los que Koudelka iba para conocer a estas personas e integrarse como uno más.
La originalidad del autor estaba en que nadie más estaba tomando fotos de los gitanos e integrándose con ellos.
Y mucho menos logrando en el proceso unas fotografías tan cuidadas, cercanas y bellamente compuestas.
Pero los gitanos no serían los únicos protagonistas en esta etapa del joven fotógrafo, pues el joven autor creaba un portfolio alternativo con imágenes experimentales de la escena teatral checa.
Con ello se evidencia otra gran característica de Josef Koudelka: el afán por la experimentación técnica, por dar con formatos diferentes e inclusive extraños.
Lo consiguió con un acercamiento igualmente inusual: mientras que otros fotógrafos guardaban distancia, Koudelka podía subirse al escenario.
El resultado de su intenso revelado y exagerados contrastes son imágenes parecidas a un dibujo, con una sensación misteriosa, sórdida y ambivalente.
El tercer protagonista de la obra temprana del fotógrafo no serían los retratos sensibles de pueblos lejanos e intérpretes teatrales, sino un momento más dramático y difícil.
De hecho, un momento histórico.
Invasión a Praga, salto a la fama y el rescate de Magnum (1968-1970)
1968 es el año definitivo para Josef Koudelka.
El infame 21 de agosto de 1968 Praga y el resto del país despertó en shock por la llegada de miles de tanques de guerra soviéticos.
La Unión Soviética invadía Checoslovaquia en respuesta a las reformas socialistas del gobierno checo, introducidas durante la Primavera de Praga.
Josef fue de los pocos fotógrafos que arriesgó su vida para retratar aquel evento.
Su primera gran imagen es la de su muñeca y el reloj mientras que al fondo se observa la llegada de los primeros tanques.
Los soldados tenían órdenes de no atacar a la población civil, ya que se planeaba que la invasión fuese lo más “pacífica” posible. Sin embargo, Koudelka recibió un disparo.
Aun así continuó fotografiando, por lo que la obra resultante resalta como ninguna otra el clima de shock e ira que reinaba entre los checos, y su valentía al hacerlas es evidente.
Porque mientras que otros profesionales —como Ian Berry— tomaban fotos con la cámara oculta en sus abrigos, Koudelka la mostraba de manera descarada.
E incluso se subía varias veces a los tanques o permanecía cerca de estos para dar con mejores ángulos.
Para lograr publicar la serie de fotos, y por temor a represalias, Josef esperó a que pasara un año de lo sucedido y publicó con el apodo P. P. (Prague Photographer, Fotógrafo de Praga).
Son tantas fotos que se creía que pertenecían a un grupo de fotoperiodistas, no a un solo fotógrafo y mucho menos a uno que no se especializaba en el fotoperiodismo.
Alguien que, recordemos, ni siquiera tenía experiencia previa en este tipo de eventos.
Desde la clandestinidad Josef envió las fotos a las oficinas de Magnum en Estados Unidos, quienes las mostraron en medios como The Sunday Times Magazine y Look.
En 1970 ganó desde el anonimato la Medalla Robert Capa.
Sin embargo, fue exiliado.
Temiendo por su vida, obtuvo ayuda de Magnum para huir hacia Gran Bretaña. Pasó de miembro asociado a miembro de pleno derecho en 1974.
A partir de entonces nace la leyenda del fotógrafo nómada, del outsider que no acepta encargo alguno y que sólo vive por su arte.
Como curiosidad, Koudelka no reconoció la autoría de las fotos de la invasión a Praga hasta 1984, año en el que falleció su único familiar que vivía en Checoslovaquia.
Libros y series de Josef Koudelka
Su trayectoria se divide en cuatro grandes series (o proyectos) y una pequeña serie final, cada una con su respectivo libro.
La primera etapa —retratando a personas—: Invasion 68: Prague (1968), Gypsies (1962-1970) y Exiles (1970-1990).
Y una segunda etapa —distinguida por el retrato panorámico de paisajes— con Chaos (1986-1999) y Wall (2008-2012).
Veámoslas a fondo.
Invasion 68: Prague (1968)
Tal cual como Henri Cartier-Bresson le enseñó, Koudelka atrapa el momento decisivo. Detiene el tiempo de tal forma que lo hace parecer sencillo, con composiciones finas y fuertes.
Esta serie de fotografías hermosas y emblemáticas no necesita explicaciones.
Rebeldía, shock, resistencia.
Eso es lo que vemos con esos jóvenes levantando la bandera, la mujer en llanto mientras los camiones pasan al fondo o el hombre mayor que golpea con un bolso a un tanque.
Más de 4000 fotografías tomó Josef Koudelka en la semana que duraron los entrenamientos y la resistencia a la invasión.
Un libro con este nombre fue publicado cuarenta años después.
Gypsies (1962-1970)
Koudelka nunca ha dado explicaciones sobre por qué se interesó por el pueblo gitano, es más, ni él mismo estaba seguro.
Sí, así lo dijo en una de sus pocas entrevistas.
A lo tonto, Gypsies fue su primera vez haciendo documentalismo. A su manera, claro está.
Son la demostración tajante de su poder como fotógrafo con narrativa, con un nivel visual, si se quiere, poético. Con tal serie se iniciaría la reputación del artista y su idiosincrasia.
Son fotografías de marcado contraste hechas desde el respeto mutuo, como si de una relación de iguales se tratara.
Tiene todo lo que le caracteriza: melancolía, cercanía, soledad, espíritu humano. Humanidad.
Algunas tomas fueron planeadas y todas se realizaron con un lente gran angular, de ahí la distorsión del espacio, ya que vio conveniente usar este tipo de lentes para entornos estrechos.
Por cierto: se llama Gypsies porque era el término usado en su momento, hoy está en desuso por sus implicaciones negativas. Es preferible llamarlos “gitans” en inglés.
Sea como fuere, Gypsies se publicó por primera vez en 1967 y en 2011 se publicó la última versión del libro, incluyendo una treintena de imágenes inéditas.
Exiles (1970-1990)
Publicado como libro en 1988, el proyecto por excelencia de Josef Koudelka se rige por una constante: la condición del exilio en todas sus formas.
Al convertirse el propio Koudelka en un exiliado de Checoslovaquia, se obsesiona con visitar toda Europa, sin preocuparse por tener familia, casa o dinero estable.
Aunque al año siguiente se convirtió en ciudadano francés, continuó viajando y lo sigue haciendo hasta la fecha.
Exiles presenta personas sin hogar, con enfermedades mentales o individuos varios que, de alguna forma u otra, parecen vivir al margen de la sociedad.
Con la mirada de Koudelka, incluso la escena más corriente se transforma en algo profundo y melancólico.
Cornell Capa, el fotógrafo hermano del gran Robert Capa, definiría estas fotos como “nada sentimentales, crudas, melancólicas e intensamente humanas”.
También realiza algunos autorretratos en los que se le ve acostado en el suelo, ya que esta es la forma en la que el fotógrafo está acostumbrado a dormir.
Son imágenes que transmiten atemporalidad, soledad, temple y, en ocasiones, esperanza.
La versión más reciente de esta obra maestra fue publicada en 2014.
Chaos (1986-1999)
Koudelka estaba terminando su última gran etapa en 1986, cuando empieza a especializarse en la fotografía con formato panorámico.
El fotógrafo ya había hecho fotos panorámicas con anterioridad, como una de 1957 donde unas vacas al extremo derecho transportan paja y hay una montaña de fondo.
Publicado como el libro del mismo nombre en 1999 (y reeditado en 2008) es ahí donde presume del formato panorámico en paisajes desolados por primera vez.
Tomaría la mayoría de las fotos en la Checoslovaquia de los años ochenta, entrada ya en democracia, pero en estado agonizante (en 1993 la república se disolvió).
Volvería una y otra vez a su tierra natal y complementaría la serie con fotos de Francia, la Unión Soviética y otros países europeos.
Lo que vemos es lo que podemos llamar como la belleza de la decadencia, las consecuencias del paso destructor de la humanidad, indistintamente del sistema, de si era el capitalismo o el comunismo.
A través de las fotos se retrata la industrialización y una naturaleza dañada, lo que a su vez nos plantea temas como la codicia, la guerra y el paso del tiempo.
Wall (2008-2012)
La serie más reciente y más corta en la carrera de Koudelka vuelve a la constante del paisaje panorámico desolador aunque en un nuevo contexto: los muros de Israel y Palestina.
El libro resultante, publicado en 2013, fue el trabajo de Koudelka para la iniciativa This Place, en la que una docena de fotógrafos de todo el mundo retrataron a su manera las complejidades de Israel, Cisjordania y Palestina.
En palabras de la editorial Aperture —responsable de las mejores ediciones de los trabajos de Josef—, Wall “transmite las tensas relaciones entre el hombre y la naturaleza, entre culturas estrechamente relacionadas”.
Como alguien que creció cerca del Telón de Acero, observar los muros y divisiones de Jerusalén, la Franja de Gaza y, ante todo, Cisjordania, conmovieron al fotógrafo expatriado.
Quien retrató a su vez a Josef Koudelka fue el fotógrafo devenido en cineasta Gilad Baram, que dirigió un interesante documental sobre este proyecto y la filosofía detrás del artista checo.
Data del 2015 y se titula “Koudelka: Shooting Holy Land“.
Está disponible en Filmin, te recomiendo echarle un ojo.
¿Por qué el trabajo de Josef Koudelka es tan especial?
Porque su obra temprana es valiente y transgresora. Y no sólo por eso.
Es un modelo a seguir por ser un autor por completo independiente, alguien que ha construido su obra con total serenidad y minuciosidad.
Podemos aprender mucho de él. Tanto de su obra como de su personalidad, que en cierto modo explica parte de su arte.
Porque en el arte de Koudelka, es a Koudelka lo que estamos observando en todo momento. Su caso es de esos donde no se puede separar la obra del artista ya que están muy relacionadas.
Filosofía de vida de Josef Koudelka
Su estilo de vida tan romántico como outsider no se puede dejar atrás cuando se trata de comprender (y valorar) su arte.
Así que vamos a intentar descifrar parte de su personalidad y, luego, algunas características clave de su fotografía.
Humildad
“No pretendo ser un intelectual o un filósofo. Sólo miro”.
Por decirlo de alguna manera, Koudelka tiene cierto margen de desapego artístico.
Es decir, no necesita defender su arte. De hecho, ha dicho que no le corresponde a él afirmar si sus fotos son arte o no.
Las buenas fotografías, afirma el artista, son las que recordamos toda la vida.
Y pocas fotos logran eso.
El checo-francés es un hombre que vive con lo mínimo: un poco de ropa, algo de dinero, su cámara y listo.
No hay utilización de flash, trípode u otros tantos elementos del mercado de la fotografía. Menos, es más.
Concentración e intuición
Cuando hace fotografías, las hace siguiendo su intuición, sin pensar demasiado en si la toma realmente valdrá la pena o no.
Porque el tiempo ya lo dirá.
Como anécdota, se sabe que Koudelka sorprendió a los directores de teatro porque lograba camuflarse en las escenas, moviéndose en el escenario como el resto de intérpretes, casi como si fuera parte de la acción.
Pero sin interferir realmente.
Era alguien concentrado y silencioso. Así es como consiguió tales imágenes.
Dedicación al oficio
Una dedicación que se expresa de varias maneras.
Se toma su tiempo para disparar, en la búsqueda de la toma adecuada puede tardar incluso veinte minutos. Todo sea con tal de dar con los parámetros adecuados, el ángulo correcto y la composición deseada.
¡Veinte años le tomó completar Exiles, su obra magna!
No existe la prisa en su concepción de la vida.
Robert Frank y Henri Cartier-Bresson son genios de la fotografía que se fueron retirando a partir de los sesenta años.
Pero Josef Koudelka no es el caso. Él sigue experimentando nuevas formas e insiste en crear más arte. Y apenas concede entrevistas.
No desea que sepamos demasiado de su vida, del mismo modo que no quiere darnos respuestas a través de su fotografía.
No muestra, sugiere.
Permite que la audiencia complemente cada historia a su libre interpretación.
Es más, si nos fijamos, ninguna foto suya lleva una descripción o título.
Sólo la fecha y el lugar.
Lo hace así porque tiene la creencia de que las fotos deben hablar por sí mismas, lo suficiente como para atraer nuestra atención sin ofrecernos una respuesta clara.
De ahí que en sus imágenes exista esa ambigüedad, esa ambivalencia que nos obliga a ver de nuevo.
Composición y narrativa de Josef Koudelka
La filosofía personal del fotógrafo checo-francés involucra, desde el primer momento, un compromiso total con la condición humana.
Sus fotografías son sombrías, geométricamente equilibradas, muy al estilo de sus compañeros y amigos Sergio Larraín y Cartier-Bresson.
Lo teatral con lo espontáneo
Influido por su etapa de experimentación en los teatros de Praga, suele haber un toque teatral en su manera de componer y observar.
Se vale de las miradas, las poses descuidadas de personas corrientes y del orden particular de los sujetos en el encuadre para dar con un aparente dramatismo inquietante y sin explicación.
Composiciones brillantes
Parece que no hay nada al azar en sus imágenes, pero salvo que se esté en un estudio eso no es un efecto sencillo de conseguir.
En líneas generales, Koudelka tiene dos tipos de composición: minimalista o cargada de detalles. En ambos casos se vale de la geometría, la repetición de elementos y el alto contraste para sus objetivos.
Tal vez lo que más resalte en la obra del fotógrafo es el marcado tono que hay entre el blanco y el negro.
Observemos esa icónica fotografía del perro en el centro del encuadre mientras camina por la nieve sin nadie a la vista. Es una composición que se vale del espacio vacío y los contrastes para tener sentido.
Por otro lado, también está esta hermosa foto de los tres músicos gitanos con un fondo lleno de personas y una gigantesca pared con dos entradas.
Aunque hay muchos elementos, nada nos distrae de los tres protagonistas, uno en el medio del encuadre y los dos justo entre la línea de tercios.
Así se demuestra que Koudelka no sólo es capaz de dominar un estilo más inspirado en lo abstracto y el minimalismo, sino que es capaz de adaptarse para transmitir emociones a través de composiciones más cargadas y agresivas.
Hay, según él, un sentido del equilibrio, un término que aprendió a comprender cuando estudiaba ingeniería.
Hay, asimismo, influencias plásticas, sobre todo en aquella etapa de experimentación en Praga, en la que jugó con el enfoque, las sombras y la luz.
Las sabias palabras de Josef Koudelka
Podemos remitirnos a sus propias declaraciones para entenderlo mejor.
Sobre su negativa a no aceptar encargos:
“Voy por el mundo e intento descubrir qué me interesa y qué tiene algo que ver conmigo. Por eso nunca trabajé para una revista, nunca hice moda ni publicidad. Para mí un proyecto debe tener algo que ver conmigo e interesarme de verdad.”
Cuando inició la serie Chaos:
“Los cambios que se están produciendo en esta parte de Europa (el Este a partir de los ochenta) son enormes y muy rápidos. Un mundo está desapareciendo. Estoy intentando fotografiar lo que queda. Siempre me ha atraído lo que se acaba, lo que pronto dejará de existir.”
Sobre su exilio y estilo de vida nómada:
“Estar en el exilio es simplemente el hecho de haber salido de tu país y no poder regresar. Cada exilio es una experiencia individual y diferente. Quería ver el mundo y fotografiar. Llevo cuarenta y cinco años viajando. Nunca estuve en ningún lugar por más de tres meses. Cuando ya no encontré nada que fotografiar, tuve que irme. Cuando tomé la decisión de no regresar, supe que quería desarrollar una experiencia del mundo que no podía imaginar cuando estaba en Checoslovaquia.”
Su definición sobre lo que debe ser una buena fotografía:
“Me interesa que una imagen cuente muchas historias diferentes a diferentes personas. Para mí eso es la señal de una buena imagen.”
¿Qué te parece?
No queda duda de que sus fotos nos invitan a observarlas una y otra vez, de que su estilo es tan único que se puede reconocer de inmediato cuándo una foto es suya.
Tales fotos no nos brindan una emoción simple, sino más compleja y ambigua, siempre libre tanto de la lágrima fácil, así como de la insensibilidad artística. Lograr eso no está al alcance de cualquiera.
Con más de diez libros en su haber y una trayectoria tan prolífica, lo que ha hecho toda su vida Josef Koudelka es darnos una mirada de temple y desolación.
De lo más profundo de la humanidad, para bien o para mal.
Premios y distinciones
1967: Premio de la Unión de Artistas Checoslovacos (por las imágenes del Teatro de Praga)
1969: Premio Robert Capa
1978: Premio Nadar
1991: Premio Henri-Cartier-Bresson
1998: Medalla del Centenario por la Royal Photographic Society
2004: Premio Cornell Capa por la International Center of Photography
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Preguntas frecuentes
¿Quienes conocen a Josef Koudelka?
Koudelka era amigo de los ya fallecidos Henri Cartier-Bresson, Eliott Erwitt y Sergio Larraín. Su mayor aliada desde la invasión a Praga fue la crítica de arte Anna Fárová (1928-2010), y su colaborador frecuente para la edición de libros era Robert Delpire (1926-2017), a través de la mencionada Aperture.
¿Qué cámara usaba Josef Koudelka?
Aunque en su juventud usaba una cámara Rolleiflex, para las fotografías panorámicas utilizó una cámara profesional panorámica de formato medio 6x17mm. con visor directo, bastante difícil de utilizar.
¿Josef Koudelka tiene familia?
Tiene un hijo y una hija en Italia. Koudelka también tiene un apartamento en Praga, pero lo define más como un “espacio de trabajo”.
Hablando de conocer la vida de los fotógrafos que han hecho historia…
¿Sabes que mirar sus fotografías es la mejor manera de que las tuyas tengan alguna posibilidad de hacer historia también?