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Con tan sólo 150 fotografías publicadas hasta la fecha, Francesca Woodman dejó un sustancioso legado fotográfico que ha influido sobre miles de artistas en los últimos cuarenta años.

Con frecuencia se le ve como una niña prodigio, dueña y creadora de una identidad visual basada en lo surreal, lo gótico, lo femenino y lo atemporal.

Aún más sorprendente es que sus fotos, de un estilo tan definido y poco convencional, las realizó cuando tenía entre 13 y 22 años.  No tuvo fama ni reconocimiento en vida, pero desde entonces Francesca Woodman vive a través de su siempre enigmática fotografía.

Las cosas reales no me gustan. Sólo las que tengo en mente.

Biografía de Francesca Woodman

Los Woodman: Una familia de artistas 

 

Francesca Woodman nació el 3 de abril de 1958 en el seno de una familia de artistas de Denver, Colorado, Estados Unidos. 

Sus padres George Woodman y Betty Woodman eran ceramistas que inculcaron desde pequeños a sus dos hijos, Francesca y Charles, a amar el arte. 

Ellos tenían como segunda patria a Italia y en ambos países solían visitar museos. Francesca a la corta edad de seis años ya era fanática de este tipo de excursiones y hablaba con fluidez inglés e italiano.

Cuando llegó a los trece años poseía conocimientos autodidactas de pintura, literatura y otras artes. Simplemente porque le encantaba leer y comprender a los artistas a fondo. 

Fue a esa edad cuando hizo una de sus primeras fotos: Autorretrato a los 13  (Self-Portrait at 13), en la que su cara está tapada por su melena.

(Francesca Woodman) Self Portrait at 13 Antella Italy 1972

En ese momento, Francesca ya había estado varios meses con su primera cámara, una Yashica 2 ¼ x 2 ¼. regalada por su padre. De hecho, en toda su carrera usó (casi) exclusivamente esta cámara, ninguna más.

A los catorce mientras cursaba la escuela secundaria profundizó en el estudio de la fotografía, ya que el instituto lo facilitaba. A partir de entonces tomó fotos sin descanso. Así inició su carrera. Sólo por pasión y, en ocasiones, para completar los proyectos estudiantiles.

Ya con dieciséis vivió otro momento clave para su obra: su familia se instala en Italia e inicia estudios en el reputado instituto RISD (Escuela de Diseño de Rhode Island). 

Serían tiempos de constantes viajes de verano entre Estados Unidos e Italia. Logró conectar con círculos de artistas de Roma y de esta forma consiguió más lugares para realizar sus fotos. 

La compleja vida de Francesca Woodman (1974-1980)

 

A lo largo de su corta y frenética trayectoria, Francesca pronto desarrolló una serie de sólidos patrones que la distinguen del resto, como el uso de espacios de aspecto abandonado y derruido.

Es frecuente contemplar en sus fotos el uso de elementos físicos como espejos, ventanas y paredes deterioradas en compañía de sujetos desnudos (a menudo ella misma o sus amigas) y barridos del sujeto en cuestión.

Gran parte de sus fotos son desnudos femeninos, aunque algunas también retratan a hombres, a veces desnudos.

A priori, esto es lo que sobresale del estilo de la fotógrafa Francesca Woodman. Sin embargo, claramente, no es todo. Su obra es rica en sustancia y merece ser valorada como tal.

No por nada Woodman se convertiría en una artista absolutamente respetada e influyente, aunque por desgracia la  fama no le llegaría en vida.

Sea como fuere, tras graduarse del RISD en 1978 se mudó al año siguiente a probar suerte en Nueva York.

En estos tiempos de 1979 a 1981, la obra de Francesca era más compleja y madura que nunca, sólo que no recibía la atención que anhelaba. Pese a que había artistas y compañeros que valoraban su arte, las galerías no apreciaban sus fotografías.

Durante ese tiempo, Woodman trabajó de mecanógrafa y asistente de fotografía e intentó sin éxito buscar trabajo como fotógrafa de moda. 

Hasta que llegó 1981.

Francesca parece estar mucho mejor tras meses de depresión y duelo por una ruptura amorosa. Y se ilusionaba en que aceptaran su solicitud de beca para National Endowment for the Arts. Pero no pasó.

En un golpe moral quizá mortal, en el mismo día en que rechazaron la solicitud de beca, le robaron la bicicleta. Francesca decayó mientras de cara al público disimulaba su sufrimiento.

Se suicidó el 19 de enero de 1981, con apenas 22 años. Sólo días antes se había publicado su primer y único libro en vida, del que se hicieron 500 copias.

Para una amiga, escribió:

Por fin he conseguido intentar acabar conmigo misma, de la forma más pulcra y concisa posible… Prefiero morir joven dejando intactos varios logros, algunos trabajos, mi amistad contigo y algunos otros artefactos, en lugar de borrar de un plumazo todas estas cosas delicadas.

La dulce, simpática, alegre y real Francesca Woodman

 

Familiares y amistades que fueron íntimas de Francesca concuerdan en algo:

Era una mujer sumamente leal, sensible, intensa e inteligente. Quizá, dicen algunos, demasiado sensible para su propio bien.

Ello se nota en la originalidad tan bien pensada de su obra fotográfica. Pero ser altamente sensible en su contexto pudo tener ciertas consecuencias.

En primer lugar, el constante ninguneo a su trabajo debió afectar su salud mental. Asimismo (y aún más importante) mantuvo por años una relación disfuncional con un chico llamado Benjamin Moore

(Francesca Woodman) Untitled Rome Italy 1 (1977–8)

Referencias a su complicada relación y sus sentimientos pueden rastrearse en algunas de sus fotos. Dicho esto, es conveniente preguntarse:

¿Cómo influyó la vida personal de Francesca Woodman sobre su obra artística? ¿Era un presagio el tono aparentemente lúgubre de sus imágenes?

Veamos.

Al igual que Diane Arbus, no se pueden comprender las fotografías de Francesca Woodman sin antes contextualizar su estilo de vida.

Es importante dejar claro que, antes de 1980, la fotógrafa nunca había manifestado ningún tipo de síntoma depresivo.

Pero en ese año se le diagnosticó una depresión e intentó suicidarse poco después. Sus padres no se separaron de ella desde entonces. Fue medicada y, en apariencia, estaba mejorando.

Y a pesar de la impresión que podrían dar sus fotos, Francesca era una chica extrovertida y alegre. Es más: su trabajo fotográfico, si se examina bien, no es depresivo. Se le puede catalogar de oscuro, fantasmal, surrealista y vulnerable. Pero no depresivo. 

¿Ese arte era un reflejo de una persona retraída y solitaria?

No.

El hecho es que Francesca fue una chica sociable e incluso divertida, pero con gustos e intereses algo más completos y amplios a los de su generación. Era una joven tan letrada que era la favorita del profesorado en RISD. Mientras que el resto de estudiantes estaban empezando a descubrir sus pasiones, Woodman ya tenía definida sus preocupaciones estéticas. 

Lo cierto es que nunca podremos conocer en profundidad qué pasó por la cabeza de Francesca durante su pubertad, adolescencia y primera juventud. Pero dado su contexto (familia de artistas, edad, género) la razón de su arte se puede especular viéndolo: se trataba de curiosidad, autocuestionamiento y sincera pasión.

Una lectura profunda revela que fue una artista que, muy intencionalmente, exploró la ambigüedad como máxima: no hay una interpretación fácil para su obra.

Y estaba muy feliz haciéndolo. Creer que era artista por escapismo es una visión reduccionista e ignorante sobre cómo funciona un fenómeno como el suicidio. Este relato simplifica su vida e ignora los matices de profundidad en su fotografía. Enfocarse en su muerte para explicar su arte es un enfoque morboso y fallido. 

El mal abordaje del suicidio de Francesca Woodman

 

La realidad es que en el arte de Francesca no existe un presagio del por qué se quitó la vida, ni tiene sentido percibir una “explicación” sobre ello en sus fotos. Hay rastro de sus vivencias, sí, pero su obra no giró en torno a eso.

El suicidio es un fenómeno que suele responder a múltiples factores y una mala salud mental. Quien tiene depresión y pensamientos suicidas pocas veces sabe ocultarlo, lo vital es que su entorno pueda comprender las señales.

Con frecuencia, un indicio de conducta suicida es cuando una persona abandona sus pasiones, regala sus pertenencias y expresa deseos de “desaparecer”. En el caso de Francesca, se sabe que semanas antes de su suicidio, apenas fotografiaba

Estilo visual de Francesca Woodman 

 

Explicado el contexto de su vida, toca resumir algunas ideas clave para comprender el estilo visual de Francesca Woodman. 

Las fotografías de Woodman son impresiones en gelatina de plata que suelen estar en un encuadre cuadrado, en blanco y negro en escenarios como casas abandonadas o bosques, y a menudo con la presencia oculta de varios objetos insinuantes.

Experimentó, además, con cianotipos, el formato de video y la fotografía a color.

La mayor parte de sus fotos no llevan nombre, así que se les cataloga “Untitled”, junto a la mención del nombre del sitio, el año en el que se realizaron y la serie si corresponde.

Porque varias pertenecen a pequeñas series de entre tres a cinco fotos de promedio. 

Recorrió una amplia variedad de temas caracterizados por estar al límite entre dos extremos: la vida y la muerte, lo material e inmaterial, el dolor y el placer, lo nítido y borroso, lo presente y lo pasado, etc. 

El bosque, el desnudo y la evanescencia son elementos permanentes en sus fotografías, y su manera de componer sobresale por el énfasis en las texturas y altos contrastes en estos paisajes. Entre otros recursos compositivos, destaca el uso de formas geométricas abstractas como el zigzag.

Son fotos ricas en simbolismo, de excelente composición y concepto, para su contexto, vanguardistas, lo que ha demostrado que la joven fue brillante a la hora de dominar el aspecto técnico y conceptual.

  • Desnudo femenino

¿Por qué a Francesca Woodman le atraía el desnudo femenino? ¿Y por qué ella misma?

Bueno, en sus propias palabras:

Es una cuestión de conveniencia: soy la única que siempre estoy disponible.

En la historia del arte, el desnudo femenino ha tenido una mirada cosificadora: los hombres son quienes pintan o fotografían a las mujeres en cualquier circunstancia, en especial cuando están desnudas. Hasta el siglo pasado, resultaba impensable que una mujer retratase a otra, y menos en desnudez.

Francesca presenta el desnudo con honestidad, naturalidad, vulnerabilidad y soledad. Esto no como sinónimo de dolor, sino de, más bien, reflexión. Se desnuda porque está sola, viéndose e investigándose a sí misma. En sus nudes, lo que se transmite es una sincera introspección en lugar de narcisismo barato. 

Este enfoque resulta excepcional porque se trata de una mujer que se autorretrata sin ropa con una intencionalidad artística, sin rechazar su sexualidad pero tampoco exponiéndose para un fin pornográfico. 

Desnudo de cuerpo completo realizado por Francesca Woodman.
  • Simbiosis 

Nótese cómo el cuerpo de Francesca Woodman parece salir de las paredes o se entremezcla con chimeneas, pinturas, puertas, espejos u otros objetos. El uso de este recurso lo podemos bautizar como simbiosis, porque en los autorretratos e imágenes de Woodman suele ser ella la protagonista pero no el único sujeto. Su cuerpo se relaciona (o se borra) con el entorno y sus elementos.

Esta combinación resalta el carácter fantasmal de su obra. 

Posa como una chica que está sola, pero se le insinúa una compañía, o que realmente no pertenece a este plano de la realidad. ¿Por qué? ¿Cómo logra transmitir esa sensación?

  • Performance: más allá del simple autorretrato

Las poses de Francesca estaban lejos de ser tradicionales. 

Desnuda caminando por el suelo, o vestida y captada como si estuviera volando; en múltiples ocasiones sin mostrar su rostro o haciéndose irreconocible a través de barridos. A saber: el efecto borroso que se ve en su cuerpo en varios retratos, lo que se obtiene con largas exposiciones con la cámara en el trípode y con la protagonista en movimiento.

Estas poses se acompañaban de todo un entorno previamente preparado, tal como si fuera el set de una obra de teatro o una película. 

Se ayudaba de elementos como, por ejemplo, ventanas donde se ven los árboles, referenciando así a la naturaleza y su conexión histórica con el concepto de feminidad.

Así coqueteaba con el mundo del performance, donde la artista misma se convierte en el objeto de arte ayudándose de su alrededor, y la obra se completa con la interpretación del público. 

Eran los años setenta, la etapa del auge de la performance moderna y, asimismo, una época crucial en los Estados Unidos para los movimientos progresistas como una nueva ola del feminismo.

En sus fotos no vemos a Woodman como fue en la vida real: alegre y tranquila. Vemos su alter ego, un personaje o varios de ellos. Por eso su obra tampoco puede definirse como autorretrato !fue más que eso!

Llegaría a afirmar: 

¿Estoy en la foto? ¿Estoy entrando o saliendo de ella? ¿Podría ser un fantasma, un animal o un cadáver, no sólo esta chica de pie en la esquina?

Con ella vemos un personaje que vive en el bosque, que en ocasiones tiene miedo, que a veces es un ángel o desea huir de algo. Por lo tanto, no se contentaba con componer autorretratos, que de por sí es un género que fuerza la introspección, sino que a través de estos quiso interpretar papeles, creándolos a partir de partes de su personalidad o de obras que había leído.

Francesca Woodman en uno de sus autorretratos.
  •  Lo gótico y surreal como hilo narrativo

Francesca Woodman tomó influencias de la fotografía surrealista y de la literatura gótica. Ella abrazó todo esto porque rechazaba la realidad convencional en pro de crear fotografías que parecieran sacadas del inconsciente, de estados de ensueño y pesadilla. 

Al usar distintos objetos en posiciones en apariencia arbitrarias, para complementar la composición y simbolismo de sus fotos, la artista bebía del surrealismo. Cuando se mudó a Nueva York tenía su propio desordenado y amplio estudio, por lo que esto se volvió más frecuente.

Su estética se acercaba así, además, al arte gótico. En especial, al universo construido a través de la literatura gótica: las mansiones arruinadas, la presencia de espíritus, de mujeres prisioneras o la arquitectura de este estilo. No contenta con ello, referenció múltiples obras de arte establecidas en el imaginario popular, inspirándose de la arquitectura romana, el posminimalismo y muchas otras fuentes.

La novela Nadja de André Breton, por ejemplo, también fue una influencia clave para la artista. Ahí, Bretón se introduce con la siguiente pregunta: ¿quién soy yo?”

Lo que, si observamos bien, es lo que nos pregunta siempre Francesca en sus fotografías. La mezcla de todo esto dio un estilo fotográfico que transmite emociones y conceptos como:

  • El encierro
  • El misterio
  • La intimidad
  • La melancolía
  • La evanescencia
  • La introspección
(Francesca Woodman) Untitled Rome (1977-1978)

Series y etapas 

 

Francesca Woodman creó múltiples series donde quiso resaltar ciertos recursos en concreto para explorar algún tema en particular. Algunas series, como Polka Dots (1976), Angel Series (1976-1977) y Caryatid (Study for a Temple Project) (1980) son imprescindibles para ir viendo su maduración artística.

  • Polka Dots (1976)

Titulada Polka Dots por el vestido de lunares que lleva Francesca en la serie, estas imágenes presentan a la artista retratada en tres poses distintas cerca de las paredes. Esta fue una de las primeras veces que usó barridos y ocultó su rostro. Se muestra en total soledad y aterrada.

(Francesca Woodman) Untitled from Polka Dots Series Providence Rhode Island (1976)

  • Angel Series (1976-1977)

“On Being an Angel” es una nota escrita a lápiz en dos autorretratos cenitales de Francesca en la que aparece su pecho al descubierto. Ambas fotos son parte de una serie más larga donde se juega con la idea de ángeles en un estado decadente y extraño, lejos de la cosmovisión que se tienen de estos. 

No son ángeles buenos o malos, tan solo son como criaturas puras e inocentes que apenas se dejan ver. Al menos, ese es el papel que toma Francesca para interpretarlo, valiéndose de sombras y de lo que no se ve, e insinuando alas o espectros.

(Francesca Woodman) On Being An Angel #1 Providence Rhode Island (1977)

  • Charlie The Model (1976-77) House (1976) y Swan Song (1978)

Charlie The Model presenta un peculiar desnudo masculino, mientras que en House la fotógrafa parece unirse a las texturas de una casa. Swan Song (1978) muestra a la artista en una escena por completo performática, en la que una sábana está cubriéndola y en otras imágenes se muestra desnuda.

  • Caryatid (Study for a Temple Project) (1980)

Se trata de la última serie realizada por la artista, y consiste en un collage hecho de cianotipos en el que se muestran retratos de mujeres desnudas en compañía de texturas de la arquitectura antigua neoyorquina, parecida a la de la Antigua Grecia. Amigas suyas posaron simulando ser cariátides.

El concepto era mostrar el peso psicológico que conllevan las mujeres en la sociedad moderna. La serie se presentó en el Museo de Arte Alternativo de Nueva York en 1980. Pasó sin pena ni gloria. Hoy la vemos y nos podemos dar una idea de qué cosas habría experimentado Francesca de haber seguido con vida. 

Libros

 

Sobre Francesca hay tanta bibliografía que incluso resulta algo abrumador. En todo caso, estos son los títulos más conocidos:

“Some Disordered Interior Geometries” (1981): el único libro publicado en vida de la artista y por ella misma. Es difícil de conseguir, pero existen versiones especiales en el mercado. 

“Francesca Woodman” (2006) de George y Betty Woodman: Los padres de la artista complementan la investigación más completa hasta la fecha sobre Francesca, realizada por el autor Chris Townsend. Se analiza a fondo las múltiples influencias que tuvo la fotógrafa, el sentido de su obra y el legado que ha dejado. 

“Francesca Woodman: On Being an Angel” de Anna Tellgren y Anna-Karin Palm (2015): Un recorrido cronológico completo y resumido por la vida de Woodman y algunas de sus mejores fotos. Escrito en colaboración con su padre, George. 

“Francesca Woodman: Portrait of a Reputation” (2019) de Nora Burnett Abrams y Drew Sawyer: El amigo cercano de Francesca, el fotógrafo George Lange, construyó este libro y una exposición homónima mostrando notas, fotos y otros artefactos que le dejó su amiga en una caja que mantuvo guardada por más de 40 años. Los autores muestran la forma de ser de la artista.

“The Artist’s Books” (2023): Obras como la mencionada “Some Disordered Interior Geometries” se hicieron a modo de libro formado a partir de otros. Así, esta publicación es un recopilatorio de las notas que dejó Francesca en varios libros que utilizó en sus últimos años de vida.

¿Por qué Francesca Woodman fracasó?

 

Una razón primordial para comprender el nulo reconocimiento que obtuvo la artista en vida es que su obra no se ajustaba a las tendencias de la industria artística estadounidense.

Las artistas feministas del momento mostraban modelos sin pudor, mientras que Woodman parecía más similar a un ente que se unía a todo. Su estética de corte clásico parecía anticuada y sosa en un contexto donde la fotografía exigía más color e inmediatez, como lo demuestra el éxito arrasante de fotógrafas del estilo de Annie Leibovitz.

Simplemente, no tenía sentido comercial. Sin embargo, no era una artista que estuviera sola. Ella estuvo en la misma línea de artistas alternativos entonces más o menos conocidos, como Joel-Peter Witkin y Sally Mann.

(George Lange) Francesca Woodman (1975-1978)

Los Woodman tras la muerte de Francesca

 

Sus padres intentaron sobrellevar el duelo renovándose como artistas e intentando recuperar el legado de su hija. En 1982 la ex directora del Wellesley College Museum, Ann Gabhart, conoció a los Woodman y quedó fascinada con la obra de Francesca. 

Organizó la primera exposición sobre la artista en 1986 y se convirtió en miembro fundador del Woodman Family Foundation, la organización que se encarga de preservar el legado de Betty, George y sus hijos, Francesca y Charles. 

Desde entonces Francesca empezó a ser cada vez más reconocida, especialmente a partir de la década de los noventa. Críticas de arte establecidas como Abigail Solomon-Godeau dieron a conocer su obra. 

George Woodman se hizo fotógrafo y en ocasiones referenció la obra de Francesca en sus fotos. Betty, por su lado, se volvió una ceramista más experimental. Ambos fallecieron en 2017 y 2018, respectivamente. Le sobreviven Charlie Woodman, quien sigue dedicándose al videoarte y la docencia. Sobre ellos existe un gran documental del 2013 titulado “Los Woodman”. Os lo recomendamos.

Las amistades de Francesca, Giuseppe Cassetti, George Lange y Douglas Prince han ayudado a descifrar el mito alrededor de la artista y la siguen recordando con mucho cariño. 

(Francesca Woodman) Untitled Rome (1977-1978)

Legado

 

Su genio creativo dejó una huella explícita en las artistas Alison Scarpulla, Nan Godin y Katie Eleanor, quienes se consideran grandes admiradoras de la fotógrafa. Otras personalidades, como, Dara Scully, Cindy Sherman, Joanna Pallaris, David Armstrong, Rebecca Cairns, Elina Brotherus, Sarah Lucas o Solarixx se han inspirado en su obra de alguna manera u otra. 

Mientras que el poeta escocés Don Paterson le dedicó un poema, los museos de todo el mundo realizan exposiciones de las fotografías de Woodman. En la última década, Fundación Canal y National Portrait Gallery han expuesto recientemente su obra.

Más de 800 fotografías de Francesca Woodman continúan sin publicarse, y se mantienen al menos 10.000 negativos sin imprimir.

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Preguntas frecuentes

¿Qué artistas influyeron en el estilo de Francesca Woodman?

En concreto, se sabe que admiraba la obra de titanes consagrados como Hans Bellmer, Claude Cahun, Man Ray, Clarence John Laughlin, Duane Michals y, sobre todo, de Deborah Turbeville, una fotógrafa de moda que también retrató desnudos en bosques.

Hablando de conocer la vida de los fotógrafos que han hecho historia…

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