¿Qué aportó Walker Evans a la historia de la fotografía?
Esa es la pregunta que absolutamente todo el mundo debería hacerse tras conocer la trayectoria, filosofía e influencia de Walker Evans, quien se ganó el respeto y sincera admiración de otras leyendas como Berenice Abbott y Dorothea Lange.
Evans fue asimismo una inspiración sustancial para las carreras de Diane Arbus y Lee Friedlander. Y por si fuera poco, fue mentor del genio Robert Frank. Incluso William Eggleston, considerado el padre de la fotografía a color, bebe del legado de Walker Evans.
Las fotografías de Walker Evans retrataron la Gran Depresión, la idiosincrasia estadounidense y lo extraordinario entre lo cotidiano. Incluso hasta al final de su vida Evans siguió dando sustanciales aportes para la fotografía.
Evans logró que la fotografía diese un paso hacia adelante gracias no sólo a una sólida formación en el medio, sino ayudándose de sus otras pasiones, como el diseño gráfico, la arquitectura y la escritura. Aunque su aporte a la fotografía más reconocido sea ayudar a crear el género de la fotografía documental, esto no es ni una décima parte de todo de lo que consiguió el estadounidense.
”La buena fotografía no tiene pretensiones.
Biografía de Walker Evans
Primeros años
Nacido el 3 de noviembre de 1903 en San Luis, Misuri, Walker Evans creció en el seno de una familia acomodada. Su padre fue un exitoso copywriter, una profesión que entonces estaba en pañales.
La cámara era como un juguete más para Evans: siempre estuvo en la familia. Aunque no sería hasta sus veinte años que se interesaría más por la fotografía.
En su infancia, Evans mostró ser alguien predispuesto a la curiosidad y el aprendizaje, por lo que ya desde su adolescencia se fascinó por las artes. Más que nada, por las letras.
El primer gran sueño de Evans era convertirse en un reputado escritor e intelectual, de esos que escriben estupendos ensayos, poemas y novelas. TS Eliot y James Joyce estaban entre sus mayores inspiraciones.
De Nueva York a París
Walker Evans pasó gran parte de su juventud en Chicago, Ohio y Nueva York.
Fue en la Gran Manzana donde, por supuesto, se sintió más a gusto. Aunque en ese entonces Nueva York era la naciente capital artística de Estados Unidos, Evans quería mudarse a París, la capital artística e intelectual del mundo. Se mudó en cuanto pudo graduarse.
Su intento de probar suerte en Nueva York le resultó frustrante ya que tuvo un fuerte bloqueo de escritor.
Estar en el París de 1926 no le hizo escribir de la nada, claro… Sin embargo, fue una breve etapa fundamental para la vida de Evans.
En ese entonces él ya había estudiado bastante literatura francesa y logró entablar amistad con figuras intelectuales francesas y estadounidenses.
Tal vez lo más relevante de su viaje a París fue conocer las fotografías de Eugène Atget. Atget nunca logró fama en vida, pero fue su alumna, una muy joven y entusiasta Berenice Abbott, quien dio a conocer al mundo el inmenso talento del fotógrafo parisino.
Atget estaba en sus setenta años entonces y fue un amigo cercano para Evans en aquel 1926.
Evans no sólo aprendió de Eugène Atget: se enamoró de la fotografía conociendo, asimismo, la obra del alemán August Sander. Tanto Sander como Atget son considerados de los primeros en realizar fotografía documental.
Además, la propia Berenice Abbott fue una amiga de Evans y una figura clave para que el entonces aspirante a escritor empezara a cambiar de rumbo. En algún momento de 1927, Walker Evans empezó a usar la cámara con frecuencia y jamás la soltó.
De escritor a fotógrafo
El trabajo temprano de Walker Evans entre 1927 y 1928 se inspiró de los dadaístas, los surrealistas y los constructivistas rusos. Es una obra de un cuerpo no del todo definido —algo totalmente comprensible viniendo de un principiante— pero definitivamente había algo especial: Evans sabía observar.
A través de los años abandonaría ese enfoque en composiciones geométricamente dinámicas para dar paso a un estilo de composición más detallista y en apariencia imparcial, inclusive “soso”.
Su primer tema de obsesión serían las calles estadounidenses. Se volvió un fotógrafo callejero al estilo de Atget, documentando la arquitectura vernácula con minimalismo y crudeza. Casi como si quisiera guardar un registro histórico de ese período previo a la tormenta.
Porque muchas personas lo perdieron todo tras el crack del 29 y la consiguiente Gran Depresión. Evans no era indiferente a esta situación y para mediados de los años treinta fotografió la ruina que azotaba al país. Convirtió la pobreza en su sujeto principal.
Las fotografías de Walker Evans contrastaban con la imagen de éxito y felicidad que imponía Hollywood.
Lo suyo era un retrato de la América pobre, vieja y olvidada.
Así pues, Evans pasó por la fotografía callejera, la fotografía arquitectónica y la fotografía social. No de manera lineal, sino gradual y entremezclada. Este enfoque definió toda su carrera posterior.
Walker Evans: datos esenciales
Walker Evans es célebre por ser uno de los artistas más influyentes del siglo pasado debido a sus grandes aportes a la fotografía documental, aunque él mismo no se consideraba un fotógrafo documental. En su lugar, prefirió ser llamado “fotógrafo de estilo documental”.
La obra más conocida de Walker Evans pertenece a la Gran Depresión, que fue en buena parte un encargo de la agencia estatal FSA. De la época también destaca su trabajo para la revista Fortune, en la que trabajó como fotógrafo y editor durante veinte años desde 1945.
Evans redactó artículos para TIME y enseñó fotografía en la Universidad de Yale por ocho años desde 1964, y a través de sus fotolibros demostró que nunca olvidó su faceta como escritor. Después de todo, la literatura fue una eterna fuente de inspiración artística para él.
La fotografía sobria y directa de Evans ayudó a perfeccionar la fotografía documental gracias a su retrato del cambiante paisaje estadounidense. Algunos lo consideran por ello el fotógrafo de lo vernáculo y el fotógrafo por excelencia de Estados Unidos.
Con proyectos aún en mente, Evans falleció por complicaciones de un derrame cerebral en su casa en New Haven, Connecticut, a sus 71 años. Fue el 10 de abril de 1975. Aunque se casó dos veces, nunca tuvo hijos y no se conoce casi nada de su vida privada.
Irónicamente, la fotografía más conocida de Evans no tiene por sujeto a un entorno, sino a una persona. Se trata de Allie Mae Burroughs, Wife of a Cotton Sharecropper, Hale County, Alabama, de 1936, considerada una de las fotos más representativas de la Gran Depresión junto a Migrant Mother de Dorothea Lange.
1933: Cuba y Ernest Hemingway
Para principios de los años treinta, Evans ya trabajaba con relativo éxito como fotógrafo independiente. En ese entonces recibía diferentes encargos, de los que sobresalen su serie de fotos de las construcciones victorianas sureñas.
En 1933 le vendría un encargo especial: fotografiar Cuba bajo la dictadura de Gerardo Machado. Las fotos se incluirían en un libro del periodista Carleton Beals en el que se denunciaban los crímenes del tirano. Producto de este viaje, Evans conoció a Ernest Hemingway, y pasó largas noches con él bebiendo en La Habana.
Fotografiar la tragedia cubana y conocer a Hemingway fue para Evans un paso clave para aventurarse hacia la fotografía social. Evans comprendió desde entonces su condición de privilegiado y la necesidad de cultivar la empatía para dar con fotografías honestas y sin ser groseras.
La FSA y Walker Evans
Lo que Evans aprendió en Cuba, lo aplicó en Estados Unidos durante la Gran Depresión.
Para combatir la pobreza el presidente Roosevelt creó la agencia Farm Security Administration, y se sirvió de la propaganda a través de la fotografía para conseguir todos los donantes para la ayuda social que se administraría.
Walker Evans se unió a las filas de la agencia cuando era llamada Resettlement Administration en 1935 y se fue con amargura tras solo dieciocho meses de trabajo transcurridos hasta 1937.
El paso de Evans por tal organismo fue entre agridulce e incómodo, porque a pesar de ser el fotógrafo mejor valorado, siempre fue un rebelde: incumplía los requisitos de algunos encargos, entraba en conflicto con los jefes y tardaba en enviar las fotografías.
Pese a ello, el trabajo de Walker Evans para la FSA está entre sus obras más recordadas. Curiosamente, Evans a menudo guardaba las mejores fotos para sí mismo en lugar de entregarlas a la agencia, fotografías que usó para trabajos posteriores, como su libro Let Us Now Praise Famous Men.
Y aunque su enfoque estaba más en retratar el entorno que a los mismos individuos, su trabajo sirvió de guía y estándar para el resto de fotógrafos de la agencia, incluyendo a Dorothea Lange.
Polaroids: el último aporte de Walker Evans
Cuando Walker Evans llegó a sus sesenta, su salud estaba muy deteriorada y ya no podía permitirse manejar cámaras tan pesadas y complejas como las de gran formato, que estaban entre sus predilectas.
Así, la cámara Polaroid SX-70 se convirtió en su aliada inmediata, al ser tan sencilla de usar.
Walker Evans a color es exactamente el mismo autor con sus usuales características: la mirada fría, la obsesión por los símbolos, lo vernáculo, etc. Un aproximado de 3000 polaroids tomó el fotógrafo en sus últimos años de vida.
Esta exploración de Evans en la fotografía a color lo colocó, nuevamente, en una posición legendaria e igualmente incomprendida. Como ya se mencionó en el artículo sobre William Eggleston, el color en los sesenta era visto como algo enteramente vulgar e insípido.
Henri Cartier-Bresson consideraba la fotografía a color como una “una mierda”. Por lo tanto, que alguien como Evans se atreviera a explorar ese tipo de fotografía parecía incluso blasfemo. Pero lo hizo, y muy a gusto. De hecho, para el propio Evans la fotografía a color era vulgar.
Claro está que, a la larga, cambió de opinión.
Debido a su padre, Evans siempre respetó el campo de la publicidad, que era en aquellos días el único medio donde se usaba fotografía a color. Por supuesto, eso cambió poco a poco. Walker Evans se adelantó a William Eggleston, Stephen Shore y Alex Webb, y más bien sirvió para inspirar a los tres a creer que la fotografía a color sí que valía (y vale) la pena.
Estilo de Walker Evans
Para comprender la obra fotográfica de Walker Evans, no debe obviarse sus inspiraciones.
La mayor inspiración fotográfica para Evans fue el fotógrafo francés Eugène Atget, quien es recordado por ser un pionero de la fotografía documental por retratar la transición de París hacia la era industrial.
Evans se convirtió en un retratista crudo de la realidad norteamericana. Más que interesarse en ofrecer un complejo comentario social, Evans buscaba retratar esa idiosincrasia con frialdad y detallismo. Sus fotos resultan engañosas, porque parecen sencillas o mundanas, y asimismo poseen múltiples lecturas al mismo tiempo.
Su composición se caracterizó por una precisión tonal que lograba al ser un experto a la hora de dominar las sombras e iluminación del entorno.
Los principios de los años treinta son los más relevantes para Evans porque son los tiempos donde se define todo lo que le haría tan célebre y reputado a partir de esa década. Walker Evans terminó teniendo un estilo tan reconocible y audaz gracias a elementos clave como los siguientes:
- La arquitectura y el diseño gráfico
Aquellas primeras fotografías de la arquitectura americana darían a Evans una base sobre la que sostenerse después. ¿Por qué? Pues de esta forma aprendió a dominar la fotografía de aspecto sobrio, formal e incluso impersonal.
Además, en aquellos primeros trabajos en Cuba y Estados Unidos se vislumbra otra cualidad: el texto.
Muchas fotos de Evans muestran su fascinación por la publicidad y el diseño gráfico.
En concreto, ese cariño se nota con sus fotos de los anuncios, carteles y demás elementos visuales de la calle. Que el padre de Walker Evans haya sido un gran copywriter terminó influyendo en el estilo de Evans, ya que el fotógrafo siempre vio en los anuncios y el arte publicitario un sujeto diferente al que explorar, y los vio, además, como algo propio de la cultura norteamericana y su obsesión por el consumo.
- La denuncia social y el registro histórico
La cualidad de fotógrafo “sobrio y crudo” de Evans no solo se limita a sus fotografías de anuncios y arquitectura.
Walker Evans demostró que seguía siéndolo a la hora de retratar personas. Para él, la mejor forma de tomar una foto a una persona es sin que esa persona se entere de que le están haciendo una foto.
No interferir en la escena y parecer un observador imparcial más, como si no hubiera una cámara presente.
Ese es el deber del documentalista, y Evans llevó al límite su tesis al fotografiar con una cámara oculta a las personas que viajaban en metro. Pero esto ya se cuenta en breve.
Sea como fuere, a diferencia de su contemporánea Dorothea Lange, Walker Evans no profundiza en la subjetividad de los sujetos y sus emociones. Su mirada personal no se entromete para así no torcer la realidad.
- Fotografía, texto y escritura
Walker Evans no solo fue un pionero de la fotografía documental y la fotografía social, sino que también a través de estos géneros incursionó en la fotografía editorial y demostró cómo el medio puede coexistir de una manera coherente con las revistas, libros y periódicos.
Evans creía en el poder de la estética de las letras y lo demostró con su profunda exploración de los símbolos y signos. Su permanente pasión por la escritura y la fotografía colaboró a definir cómo las fotos pueden mejorar el relato de una historia narrada a través de las palabras.
La filosofía del observador y el “anti-arte”
Las fotos de Walker Evans nos comunican un estado de ánimo o, mejor dicho, un estado de ser: Evans asume la posición de un personaje imparcial e invisible, de alguien que no parece estar ahí, y sin embargo está viéndolo todo.
Si las fotos de Evans ofrecen tal ilusión no es por casualidad: era un hombre delgado y pasaba desapercibido con facilidad. Además, su “mirada fría” corresponde a dos cualidades de su forma de pensar (y ser): era crítico con el consumismo y los excesos del capitalismo, y tampoco era creyente de la fotografía como arte.
Al menos, no en la línea de Alfred Stieglitz, quien dominaba la mayor tendencia de fotografía en ese entonces: la fotografía directa. La fotografía directa en la filosofía de Stieglitz y compañía implicó la búsqueda de la mirada más objetiva posible, desafiando la realidad común.
A priori, esto sintoniza con Walker Evans, por supuesto. Pero Evans nunca buscó crear una fotografía de estilo particularmente estético y poético, sin mensaje ni simbolismo de por medio. Evans, en su lugar, buscó retratar a Estados Unidos a secas, y eso iba en contra de la pretensión de Stieglitz de no involucrarse en la fotografía con fines políticos o sociales.
El tema de las obras de Walker Evans
El tema básicamente permanente de Walker Evans es Estados Unidos. Pero ¿a qué se tradujo esto?
Como se ha dicho ya, Evans era calculador y poco patriota. En su lugar, permaneció crítico y observador. Y notó, por lo tanto, que si quería retratar a su país, debía desvelar toda esa complejidad de la “América Profunda”.
En Evans, lo que prima es el retrato de lo mundano, lo poco llamativo, el día a día: calles, casas, tiendas, coches y chatarra. Cementerios de vehículos y paredes o anuncios rotos y desgastados. Personas corrientes, lejanas a la belleza glamurosa hollywoodense. No hay romanticismo en su fotografía. Pero exponer a sujetos a priori tan pocos atractivos era revelar el rostro completo de su país.
Evans tiene “subtemas” en el sentido que puede variar de sujeto y explora diferentes aspectos como la arquitectura, la publicidad, los símbolos, signos y formas. Pero el tema, al final, es siempre el mismo: Estados Unidos, y los contrastes y matices de su sociedad.
Libros de (y sobre) Walker Evans
American Photographs (1938)
El primer fotolibro de Walker Evans fue publicado en el mismo año en el que tuvo la gran dicha de ser el primer fotógrafo en obtener una exposición individual en el Museo de Arte Moderno de Nueva York.
La exposición sería sobre el libro homónimo, que se divide entre una sección de retratos a personas y su entorno social, y fotografías de, en palabras del MoMA, “artefactos culturales estadounidenses” como las casas de madera, la arquitectura de las calles e iglesias rurales. Es un cuerpo de trabajo de alrededor de 60 fotos tomadas en toda una década.
Let Us Now Praise Famous Men (1941)
Let Us Now Praise Famous Men (“Alabemos ahora a los hombres célebres”) es el resultado de un extenso trabajo de investigación financiada por la revista Fortune acerca de las consecuencias que tuvo la Gran Depresión para las familias sureñas que vivían de la aparcería. La crisis los arruinó y pese a los programas del New Deal, les costó salir de aquella situación límite.
Este fotolibro es pionero en el campo de la fotografía documental y también en el periodismo apoyado en fotografías.
Walker Evans realizó el detallado y crudo registro visual, mientras que el periodista, crítico de cine y poeta James Agee relataba las historias detrás de las fotos, y las complementa con un estilo literario innovador que incluye un alter ego y sus pensamientos. Así, creó una suerte de narración etnográfica, antropológica y poética. ¡Todo al mismo tiempo!
Let Us Now Praise Famous Men se convirtió en un libro inspirador para el movimiento del nuevo periodismo por el que destacaron personalidades como Hunter S. Thompson casi treinta años después.
Many Are Called
Al mismo tiempo que se cocinaba Let Us Now Praise Famous Men, Walker Evans y James Agee empezaron este otro histórico fotolibro. Many Are Called (“Muchos son los llamados”) es una serie de fotografías tomadas en el Metro de Nueva York con una cámara oculta.
Evan empezó la serie en 1936 y las últimas fotos del libro datan de los sesenta. Finalmente, el libro fue publicado en 1966, al mismo tiempo que el Museo de Arte Moderno iniciaba una exposición homónima de las fotografías. Es considerada la obra más poética de Evans, dotada de una rica complejidad emocional.
American Photographs, Let Us Now Praise Famous Men y Many Are Called se convirtieron en obras maestras de gran influencia para fotógrafos, artistas visuales y periodistas en general.
Walker Evans: Depth Of Field (2015)
El artista visual y crítico de arte John T. Hill publicó este libro que detalla vida, obra, filosofía e influencia de Evans como ningún otro lo había hecho hasta la fecha. Hill, amigo cercano de Evans hasta el momento de su muerte, relata con mimo la idiosincrasia y razón de ser de la obra de Evans, apoyándose siempre en sus fotografías, tanto las que todo el mundo conoce como aquellas que permanecen como joyas escondidas.
El gigantesco legado de Walker Evans
Por más está decir a quienes influyó Walker Evans: Eggleston, Arbus, Friedlander. Robert Frank, Helen Levitt…
La lista es inacabable, en realidad.
En la actualidad, el Museo Metropolitano de Arte (El Met) guarda la mayor colección de fotografías de Walker Evans con aproximadamente 9000 ejemplares. Por otra parte, la Biblioteca del Congreso posee más de mil fotografías del autor, que son de dominio público.
El Museo George Eastman, el Museo Paul Getty y el Salón Internacional de la Fama de la Fotografía son solo algunos de los museos en Estados Unidos donde se expone su obra permanentemente o se han dedicado amplias exposiciones en su honor.
Las fotos de Walker Evans, el retratista estadounidense de lo vernáculo, son, al fin y al cabo, parte de la historia misma de Estados Unidos, y nos invitan a ver ese pasado no con nostalgia o recelo, sino con comprensión, paciencia y admiración.
No te pierdas...
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- Galería de Walker Evans en la Biblioteca del Congreso
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- Galería de Walker Evans en Artnet
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- Polaroids de Walker Evans – Anatomy Films
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¿Qué tipo de cámaras usaba Walker Evans?
Walker Evans trabajó en buena parte de su carrera con las cámaras de gran formato 8×10, pero también usó la Leica y Rolleiflex, que eran las mejores cámaras compactas de la época. Al final de su vida, experimentó con la cámara automática Polaroid SX-70. Esta diversidad de cámaras y formatos se debió a la firme creencia de Evans de que, al final, la cámara no hace al fotógrafo.
¿Qué opinaba Walker Evans del cuarto oscuro y la edición fotográfica?
En sus propias palabras: “No creo en la manipulación de ninguna fotografía o negativo. Para mí, la fotografía debería ser estrictamente una fotografía directa y parecerlo, nunca una pintura”. Evans no solía estar en el cuarto oscuro, no le interesaba. Y el trabajo mínimo al respecto solía dejarlo en manos de terceros.
¿Quiénes admiran la obra de Walker Evans?
Fuera de la fotografía, Evans tiene admiradores como el cineasta Wim Wenders y el artista pop Andy Warhol. Warhol, después de todo, decidió crear arte (y asimismo, cuestionar el fin del arte en sí mismo) al exponer elementos clave de la llamada cultura estadounidense: el consumismo, la inmediatez del consumo y la banalidad inherente a ello.
Fuentes:
- https://www.artsy.net/article/artsy-editorial-walker-evans-changed-way-america
- https://www.metmuseum.org/toah/hd/evan/hd_evan.htm
- https://www.artforum.com/features/walker-evans-photography-as-representation-211410/
- https://www.icp.org/browse/archive/constituents/walker-evans?all/all/all/all/0
- https://florencegriswoldmuseum.org/exhibitions/online/the-exacting-eye-of-walker-evans/timeline/
- https://www.moma.org/calendar/exhibitions/1360
Hablando de conocer la vida de los fotógrafos que han hecho historia…
¿Sabes que mirar sus fotografías es la mejor manera de que las tuyas tengan alguna posibilidad de hacer historia también?