Weegee fue un fotógrafo que se hizo célebre por sus fotografías del crimen neoyorquino en las décadas de los años treinta y cuarenta del siglo pasado.
Las fotografías de Arthur Fellig, —su nombre real— son sórdidas, decadentes, pero humanas y a su manera, divertidas. Y a lo tonto, fue uno de los primeros fotógrafos sociales que ayudarían a definir esta rama del medio, de la que luego fotógrafas como Diane Arbus llevarían a otro nivel.
El cinismo y la irreverencia caracterizó la personalidad y obra fotográfica de Weegee, un artista que comenzó desde abajo e influyó en la definición moderna de la fotografía policial y, si se quiere, de la cultura del paparazzi y el amarillismo, gracias al protagonismo que dio en sus imágenes a peleas, accidentes y asesinatos.
Aunque, como gran maestro, ofreció mucho más que vulgar morbo e insensibilidad, a pesar que un primer vistazo parece dar esa falsa impresión.
”Mi nombre es Weegee. Soy el mejor fotógrafo del mundo.
Biografía de Weegee
Huyendo de Europa para sufrir el sueño americano
Weegee nació como Ascher Fellig en Austria en 1899. Específicamente en Złoczów, lo que ahora es Zolochiv, Ucrania.
Provenía de una familia empobrecida de la que, en realidad, se sabe poco. La vida le empezaría a brillar a Ascher cuando emigró a Estados Unidos en 1909, quien por errores legales su nombre se cambió a Usher durante el viaje.
Siendo un niño de entonces diez años tuvo que abandonar los estudios y trabajar como lo estaban haciendo todos los miembros de su familia.
Pronto su nombre se volvería a cambiar, pero esta vez de forma voluntaria y definitiva: elegiría “Arthur” porque sonaba más norteamericano.
En algún momento de 1911 un fotógrafo callejero retrató al pequeño Arthur. El artista le mostró el resultado e inmediatamente se fascinó por la fotografía.
Cansado de realizar muchos tipos de trabajos, este jovencísimo Arthur Fellig se lanzó al mundo de la fotografía comprando una cámara y un pony.
Y empezó a andar por las calles seduciendo a padres para que les sacaran una fotografía encima del pony a sus peques. Como a Arthur le encantaba componer con primeros planos, daba la ligera impresión de que los niños eran grandes.
Así tuvo su primer acercamiento a la fotografía, de una forma que definiría su carrera tiempo después: aprovechando la oportunidad de dinero a través de ideas originales.
Pasaría mucho tiempo hasta que Weegee se ganase su apodo y se pudiera dedicar a la fotografía por completo. Desde su adolescencia hasta su primera juventud, Arthur pasó por múltiples trabajos para sobrevivir, aunque lejos quedaron los tiempos de hambre cuando la familia acababa de llegar a Estados Unidos.
El eficiente asistente del Time (1919-1935)
El acercamiento del austriaco con la fotografía sería gradual y lento: empezó sirviendo de asistente de fotografía en el bajo Manhattan de 1918, lo que significaba, más que nada, dedicarse a las tareas del cuarto oscuro.
Finalmente, consiguió en 1924 un trabajo fijo en The New York Times y Acme Newspictures, donde se le permitió realizar sus propias fotografías más tarde, aunque sin recibir el crédito por las mismas.
Arthur se volvió tan eficiente en su trabajo que se ganó el apodo de “Mr. Squeegee” —escurridor, porque una de sus actividades consistía en secar las impresiones—, ya que incluso podía revelar las fotos en espacios inadecuados. Por ejemplo, en un metro. No obstante, las ganancias de Weegee solían ser insuficientes como para pagar un alquiler, por lo que con frecuencia tenía que dormir en el cuarto oscuro del Times y Acme Newspictures.
Sin embargo, su labor le permitió ahorrar para alquilar su propio estudio (donde también vivió) e hizo sus primeros experimentos fotográficos al tiempo que era más libre para trabajar, ya que facilitaba sus servicios como freelance a varios medios locales.
Weegee y el año del cambio (1935)
Arthur se dedica por completo a la fotografía cuando cumple los 36 años y lo hace de una manera bastante peculiar.
Nueva York por esos días era una gran ciudad pero sumida en la violencia. La mafia, los robos e ilegalidades en general eran escenarios frecuentes en las noches neoyorquinas de las zonas de clase baja, donde vivía Arthur.
Entonces, como buen emprendedor, vio una oportunidad:
Fotografiar todos esos crímenes antes que nadie. Estar ahí incluso primero que la policía.
Se instalaba en las estaciones de policía e iba a seguirles a donde fueran en cuanto ellos recibían llamadas del 911 o cuando entraba gente a avisar la más reciente emergencia.
Pronto, el austriaco demostró ser un excelente socializador y se ganó la confianza de la policía como para que les permitieran ser el único civil con una radio que contenía la frecuencia policial.
Encima, pudo instalar la radio en su propio estudio y en su automóvil.
Como curiosidad, Weegee ni siquiera tenía licencia para conducir, por lo que por un tiempo contrató a un adolescente para que condujera por él.
Con las fotos preparadas rápidamente llamaba a las puertas de periódicos y revistas para venderlas: del PM Weekly, The Washington Post, The Sun e incluso Daily News. Luego, en los cuarenta, le vendrían encargos hasta de Vogue y Life.
Pero en sus inicios, PM es el medio que le ofreció total libertad creativa y así logró expandir su portfolio a otro tipo de fotos que no fueran de crímenes y asesinatos, sino, más bien, de la vida cotidiana de clase baja y sus dificultades.
Eran los tiempos de la Gran Depresión y los medios prefirieron enfocarse en chismes y noticias que sólo importaban a personas más privilegiadas.
PM nació a modo de alternativa progresista que se interesaba en visibilizar esa vida de la población menos apreciada, por lo que Weegee, con sus imágenes de los oprimidos, —niños pobres, personas racializadas e individuos sin techo— caía como anillo al dedo.
Es entonces, en el distante 1938, que su apodo se transforma a Weegee, una errada interpretación fonética en inglés de la palabra Ouija.
La leyenda, alimentada por el propio autor, era que se trataba de un hombre que vaticinaba las desgracias, como se cree que sucede con la famosa tabla. No contento con el apodo a secas, reafirmó su orgullo descarado e intensa autoestima firmando sus fotos con la insignia “Weegee, The Famous”.
El nacimiento de Weegee y Naked City (1940-1945): el éxito total
En poco tiempo su reputación como fotógrafo de las oscuras noches de Nueva York le consolida como el profesional favorito de las agencias y tabloides.
De ahí viene una de sus primeras comparaciones con otros artistas. En concreto, con Brassaï, ya que ambos compartían la tendencia a fotografiar la noche cuando nadie más lo hacía.
Pero poco más tuvieron en común.
En 1941 Weegee experimenta con rollos de película de 16 mm y tiene su primera exposición, titulada “Weegee: Murder Is My Business”, nada menos que a través de la asociación de fotógrafos progresistas Photo League.
A esta sigue otra de 1943 en el Museo de Arte de New York, más conocido como MoMA. Dos años después lanzó su primer fotolibro: “Naked City”. Ninguna editorial tenía fe en el proyecto, sin embargo, Weegee insistió. Pese a los pronósticos fatalistas, “Naked City” resultó ser un best-seller.
Y al fin, tras una década de trabajo sucio, Weegee se consolidó como artista e inició contacto con el mundo de las celebridades, la comunidad artística y la high society.
“Naked City” resultó primordial en la creación de la imagen neoyorquina decadente y la popularización de esa estética. Además, el cine negro o film noir, un género en pleno apogeo en esos días e influenciado por el neorrealismo italiano, tomó patrones del estilo visual de Weegee.
Incluso una película se inspiró directamente de su imaginario: “Naked City” de 1948, del cineasta Jules Dassin y el productor, antiguo magnate de los medios, Mark Hellinger. La película fue un éxito de crítica y taquilla e impulsó aún más la reputación del austriaco, entonces ya querido por la masa y los elitistas grupos intelectuales, un hito rara vez logrado para un fotógrafo.
Los años después del crimen
La presencia de la violencia y la tragedia en detallados y cercanos planos haría que Weegee tuviera una gigantesca popularidad.
Pero a partir de mediados de los años cuarenta, su trabajo, justo cuando estaba recibiendo la mayor exposición hasta la fecha, dejó de tener sentido.
Al menos en parte. Nueva York se estaba pacificando y, por lo tanto, las escenas de violencia estaban quedando en el pasado. Para los años cincuenta, era una renovada Gran Manzana.
Motivado por esta crisis para su marca y por su sueño de ser actor, Weegee se mudó a Los Ángeles a probar suerte en Hollywood en 1947. Llegaría a ser extra en algunas filmaciones y se convirtió en consultor para una variedad de cintas. Su ilusión no duró mucho: volvió a Nueva York en 1952 y bautizó la cuna del entretenimiento como “La tierra de los zombis”.
Por lo mismo en los años cincuenta pasó su enfoque a la experimentación a través de cortos, fotografías panorámicas, distorsiones fotográficas y dobles exposiciones, coqueteando así con el surrealismo.
Sus famosas imágenes distorsionadas incluyen los rostros más o menos reconocibles de personalidades como Charles Chaplin, Marilyn Monroe, Andy Warhol, Judy Garland, Pablo Picasso, John F. Kennedy, Mao Zedong y Richard Nixon.
Weegee siempre mostró un sesgo a favor de las clases desfavorecidas, ya que se nota mayor compasión en los retratos de este grupo que en el opuesto, en quienes solía mostrarse más burlesco, satírico e irrespetuoso. Esto se ve en las distorsiones y en su célebre foto “The Critic”, por ejemplo, en la que retrató a dos mujeres ricas al tiempo que una pobre mujer borracha, amiga del fotógrafo, se entromete en el extremo derecho del encuadre.
En sus dos últimas décadas de vida, Weegee viajó por toda Europa, incursionó en la fotografía de desnudo y de fenómenos, al tiempo que no paraba de dar conferencias sobre sus pasiones.
Estilo visual de Weegee
Es meritorio el hecho que Weegee jamás recibió formación fotográfica. Todo fue autodidacta y en función de ensayo y error. Es verdad, asimismo, que una parte de sus fotos nocturnas-neoyorquinas no son tan pulidas o complejas a nivel compositivo y técnico como se podría esperar en otros autores, sin embargo, se añade valor gracias a su componente social y a la originalidad de sus composiciones crudas, simples y directas.
Se considera que la carrera de Weegee pasó por tres etapas: la primera década como fotógrafo freelance de las desgracias nocturnas (1935-1947), los años de consolidación y maduración en Hollywood (1947-1952) y la experimentación técnica, en la que sobresalen su serie de distorsiones (1952-1968).
En cualquier caso, nos detendremos a analizar su estilo visual sobre todo durante su primera etapa en Nueva York, porque fue su legado más amplio y significativo, y debido a que gran parte de su idiosincrasia en este periodo se mantuvo intacta en su trabajo posterior.
Un paso más allá de la fotografía directa
Weegee se dedicó al fotoperiodismo, la fotografía callejera, documental y directa.
En este último género está gran parte del sentido estético de sus imágenes.
La fotografía directa es un subgénero popularizado por el maestro Alfred Stieglitz como oposición al pictorialismo, la rama de la fotografía que intentó imitar la pintura tradicional en los inicios del medio.
Este género (y lo que Weegee tomó de ello) tiene la tendencia a ofrecer imágenes llenas de nitidez, detalle, alto contraste, en las que los sujetos posan sin instrucciones y las fotos se publican sin recortes significativos.
Composiciones fuertes
Si en algo se adelantó Weegee a Diane Arbus es al uso excesivo del flash, lo que en el contexto del austriaco resultaba predecible porque, claro, era de noche. Pero en lugar de suavizar el tono de las luces en el revelado, el fotógrafo buscó realzar el alto contraste.
Es común notar que el flash no sólo aumentaba el nivel de detalle en todo lo que estuviera cercano a la fuente de luz, sino que oscurecía el fondo, dando una impresión de oscuridad total que en realidad no existía. Es lo que Weegee bautizó como su “luz Rembrandt”.
De la misma manera, se sirvió de la repetición de elementos, las líneas geométricas y la regla de tercios para fortalecer el carácter de sus imágenes, las cuales suelen estar tan cargadas que el espacio negativo es casi nulo.
Conexión emocional con el espectador
El talento de Weegee radicaba en que conseguía capturar momentos de gran vulnerabilidad e impacto sin que la gente se percatara de su presencia. Lograba impresionar gracias a esa mezcla ambivalente de cinismo, tragedia e ironía que rodea a buena parte de sus imágenes.
Observad la fotografía “Life-Saving” y lo que transmite: varias caras miran a la cámara o a un punto cercano a esta mientras un par de socorristas intentan salvarle la vida a alguien. En medio del desastre, una sola mujer aparece. Encima, sonriendo y viendo directo al lente. Es como si la esperanza sonriera a pesar de todo.
Observad esta otra, “Their First Murder”: como una docena de rostros en el encuadre y, sin embargo, solo tres tienen el protagonismo y dada las singulares expresiones de cada cara, se crea un peculiar contraste: por un lado, una niña de mirada penetrante e inocente; cerca, una alta mujer adulta mira la escena con aparente temple, y hacia el extremo izquierdo de la imagen, un adolescente rubio sonríe. Debajo de él, dos caras más expresan pasmo y desconcierto. ¿Qué ha pasado aquí?
Las fotografías de Weegee tienen esta magia: una vez que las miras, no paras de notar nuevos detalles. En resumen, la fórmula del éxito y sello del autor se resume a:
- Originalidad: Fotografiar el lado oscuro de la Gran Manzana. ¿Cómo? Gracias a la complicidad de la policía, que le dio un estatus único.
- Naturalidad e inmediatez: Las fotos de Weegee se revelaban en tiempo récord y son apreciadas por lo realistas e íntimas que pueden llegar a ser.
- Mito: No fue el fotógrafo del mundo en su momento. Al menos, él no era el especialista correcto para afirmarlo. Sin embargo, este tipo de afirmaciones tan seguras, grandilocuentes y descaradas son frecuentes en el discurso de Weegee. Era un excelente vendedor, tanto de sus fotos como de él mismo como marca.
- Comentario social: Revelar las condiciones de segregación y desigualdad que atravesaban grupos marginados por su raza o clase era un enfoque desafiante a las normas sociales, aunque lograse venderse como si sólo se hubiera tratado de morbo fácil. Muchas veces no fue así, y de ahí el respeto que obtuvo de la crítica.
Una curiosidad: A Weegee se le atribuye la popular frase “f/8 y estar ahí”, que suele tomarse como un mandamiento de la fotografía. En realidad, no existe evidencia de que alguna vez haya afirmado eso.
En todo caso, solía disparar a f/8 o f/16 con una velocidad obturación de 1/200 seg. Su equipo consistía en una sencilla cámara Speed Graphic de 4×5 y un intenso flash con un set de focos desechables.
¿Cómo logró Weegee obtener tanto éxito?
Hay que comprender que la obra de Weegee nacía en un contexto donde se intentaba disimular la decadencia de Nueva York mostrando una imagen idealizada que presumía esa cara bonita representada en símbolos como la Estatua de la Libertad, pero ignoraba los matices y la creciente desigualdad de la Gran Manzana.
Dio con un sujeto a explotar constantemente: la ciudad de noche y sus sujetos marginados, maltratados y… En no pocas ocasiones, muertos. Weegee bromeaba al respecto: es más fácil retratar a un muerto que a un vivo, porque “el primero no tiene forma de molestarse”.
Weegee tuvo la excepcional posición de ser alabado por el público promedio y al mismo tiempo por la crítica especializada, pese a que los temas de sus imágenes eran fuertes y tabúes.
Pero era eso lo que vendía: el morbo y la curiosidad de esos retratos de accidentes, riñas, trabajadoras sexuales, identidades de género minoritarias y un sinfín de escenas poco visibilizadas en aquella sociedad estadounidense.
Bares, moteles, barrios miserables y segregados por las razas, arrestos, desnudos e incendios: ese son el tipo de cosas que la gente quería ver y Weegee se las dio de cerca al mismo tiempo que intentaba no ser demasiado grotesco, aunque para los estándares de la época estaba rozando el límite de lo moralmente permitido.
Weegee construyó alrededor de él un mito que, en cierto modo, definió su marca personal: la exageración, el drama y la irrelevancia. Era buen fotoperiodista, pero aprovechó su estatus para crear algunas escenas. La más famosa de estas tomas es la mencionada “The Critic”. No era casualidad esa mujer borracha ahí.
Y entre algunas de las leyendas que popularizó, está que tenía su propio equipo de revelado en su coche o que rechazó colaborar con la revista Time. Sobre lo primero no existe evidencia alguna de que eso haya pasado. Sobre lo segundo, Time nunca se interesó en él.
Frases
“Para mí. una fotografía es una página de vida, y, siendo así, debe ser real”.
“Pillé a los neoyorquinos sin máscaras, sin miedo a reír, llorar o a hacer el amor”.
“No me sobra el tiempo para los mensajes en mis fotografías. Eso es para Western Union”.
“La gente es tan maravillosa que un fotógrafo sólo tiene que esperar ese momento sin aliento para capturar lo que quiere en el encuadre… Y cuando esa fracción de segundo desaparece, está muerta y jamás podrá recuperarse”.
“Cuando empieces a sentir un vínculo entre ti y las personas que retratas, cuando rías y llores con sus risas y lágrimas, eso significa que estás en el camino correcto”.
Libros
“Naked City” (1945) y “Weegee’s People” (1946): La obra maestra de Weegee y su secuela es una introducción clara y sin pudor de su primera década de trabajo. Poca presentación necesita a estas alturas. Una curiosidad: el último capítulo de “Naked City”, titulado “Camera Tips”, revela sus trucos y consejos para dedicarse a la fotografía.
“Naked Hollywood” (1953): En este tercer fotolibro Weegee extiende su estilo acercándose esta vez a la oscuridad rara vez evidenciada de la ciudad de Los Ángeles, en énfasis en el mundo alrededor del sexo.
“Weegee: The Autobiography” (2015): Originalmente publicado al final de su vida, la autobiografía del renombrado fotógrafo fue mejorada con apuntes y gran bibliografía para servir como la obra más completa y bien lograda sobre la vida, arte y personalidad del austriaco.
“Flash: The Making of Weegee the Famous” (2018) de Christopher Bonanos: Se trata de la biografía más extensa y cuidadosamente investigada sobre Arthur Fellig, gran libro que desmiente y deconstruye el mito alrededor del mencionado.
Un legado más allá de la fotografía
Pocos saben que Weegee realizó sus propios cortometrajes y logró dejar una huella en el cine, aunque de una forma bastante sutil e indirecta. En resumidas cuentas, el fotógrafo fue contratado para retratar el detrás de cámaras de la película “Dr. Strangelove” (1964) de Stanley Kubrick. El actor protagonista Peter Sellers burló e imitó el característico acento austriaco de Fellig y lo tomó para su personaje, el doctor homónimo.
Al margen de esto, existe una rara película titulada “El improbable señor Weegee”, a modo de biografía ficticia protagonizada por el propio artista. La trama le muestra enamorándose de un maniquí. Es un homenaje a su legado y, muy en su estilo, una prueba de la autoparódia y sátira de la que era capaz.
Apodado como el fotógrafo más veloz, el cazador de ambulancias, el retratista de tragedias, de los bajos fondos y sinsentidos de las clases poderosas y, por encima de todo, “El ojo público”. Con este nombre se titularía una película inspirada en su vida, protagonizada por Joe Pesci en 1992.
No sería la única producción que ficcionaliza a Weegee: también “Nightcrawler” (2014) que encabeza Jake Gyllenhaal, pretendía ser originalmente un biopic del fotógrafo.
Conclusiones
Hoy la obra de este ojo público está guardada en The Weegee Portfolio Incorporated y el International Center of Photography (ICP), que tiene más de 16.000 fotografías y 7.000 negativos en su haber.
Con ese material, el instituto ha organizado múltiples exposiciones y libros de Weegee, incluyendo la titánica exposición “El mundo de Weegee: la vida, la muerte y el drama humano” de 1997, y ‘El asesinato es mi negocio” del 2012.
Weegee podía ser tan sensible como voyeurista, con su innovador enfoque desafió la moral puritana de su época e influyó sobre la construcción del arte pop y la fotografía moderna, representada hoy en leyendas como Diane Arbus y Andy Warhol.
Tras décadas de retratar tragedias, sinsentidos y alegrías ajenas, Weegee murió en Nueva York a sus 69 años el 26 de diciembre de 1968.
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