Helen Levitt, fotógrafa estadounidense heredera de Henri Cartier-Bresson y Walker Evans, logró capturar con una singular simpatía todo aquello que sucedía en las calles del Nueva York más empobrecido y aislado del siglo XX.
Las fotografías de Levitt poseen una poesía visual rica en gracia y estilo, en blanco y negro y también a color, formato que usó ya en 1959 —consiguiendo con ello dos becas Guggenheim— mucho antes de que siquiera estuviera en el foco Alex Webb o William Eggleston.
Su sujeto principal fue la infancia y la vida cotidiana, lo que desde su ojo fotográfico se retrató con un toque surreal y teatral pese a lo ordinario del tema. Con ello pasaba por alto sin pestañear los cánones de la fotografía callejera y se convirtió en una referente obligatoria del género. Y no menos relevante ha sido su papel como cineasta de vanguardia, aunque apenas se le reconoce dicha faceta.
Con cerca de 70 años de carrera, Helen Levitt es una de las más grandes e infravaloradas genias de la historia de la fotografía.
”Lo único que puedo decir de mi trabajo es que la estética está en la propia realidad.
Biografía de Helen Levitt
Ballet, Charles Chaplin y una Leica usada
Helen Levitt nació en Bensonhurst, Brooklyn, el 31 de agosto de 1913.
Su familia se componía de inmigrantes judíos soviéticos de clase trabajadora y era la del medio junto a dos hermanos.
Una de las primeras pasiones de Levitt fue el ballet, muy a pesar de haber nacido con la enfermedad de Ménière, un trastorno del oído interno que provoca mareos e inestabilidad. Por ello una vez afirmó:
Me he sentido inestable toda mi vida.
Obviando esto, la infancia y adolescencia de Levitt fue en realidad muy tranquila. Pronto se enamoró de la música, del cine y sobre todo de las comedias de Buster Keaton y Charles Chaplin.
Ansiaba ser artista y la escuela secundaria le aburría tanto que abandonó el primer año.
De hecho, en cuanto lo hizo empezó a trabajar como asistente para un fotógrafo comercial del Bronx.
Aprendió todo sobre cuarto oscuro e intentó aprender fotografía por su cuenta ya a sus 16 años.
Con los ahorros de su trabajo compró una Leica usada en algún momento de 1929 y no pararía de fotografiar desde entonces.
Más tarde declaró:
No decidí que iba a ser fotógrafa. Caí en esto por casualidad.
Y qué bueno que así fue.
Levitt, por cierto, jamás compró formaciones ni libros de fotografía. Solo observó a detalle las fotos en las galerías de arte, y pronto se enamoró de las fotografías de Henri Cartier-Bresson. El pintor Ben Shahn también le influyó para desarrollar su mirada artística.
Este retrato de la fotógrafa a sus 31 años, por cierto, es obra de otro gigante: Arnold Newman.
Walker Evans y James Agee: fieles aliados de Helen Levitt
Tras conocer a Cartier-Bresson en persona hacia 1936, Helen Levitt se convenció del poder de la fotografía.
Me di cuenta (gracias a Cartier-Bresson) de que la fotografía podía ser un arte… Y me volví ambiciosa.
De este modo la aficionada pasó su mirada fotográfica del formato comercial a algo más subjetivo e intimista, pero no definió su estilo hasta casi un lustro después, en parte con la ayuda de Walker Evans.
Evans se convirtió en una amistad duradera para Levitt desde 1935, que a menudo prestaba su cuarto oscuro y cámara a la fotógrafa y salían a tomar fotos juntos, hasta que ella al año siguiente se compró al fin una Leica en condiciones.
En ocasiones ella le acompañó a realizar aquellas célebres fotos de Evans en el subterráneo de NY; y también tomó fotografías en el metro una multitud de veces a escondidas, ya que por aquellos tiempos estaba prohibido usar una cámara en ese medio de transporte.
Walker Evans, literalmente, afirmó una vez:
Los únicos fotógrafos que tienen algo original que decir son Henri Cartier-Bresson, Helen Levitt y yo.
Sí, no fue muy humilde nuestro amigo.
Pero de todas formas tenía razón. (?).
Evans no fue la única persona que logró que Levitt sacase su máximo potencial.
Eran los tiempos en los que el fotógrafo trabajaba en lo que sería uno de sus libros más icónicos: Let Us Now Praise Famous Men. Pero no estaba solo. Él puso la cámara y el poeta, periodista, guionista y crítico de cine James Agee creó las palabras.
Debido a la conexión en común, Agee y Levitt se conocieron.
Y fue él quien también apoyó bastante a Levitt, no solo en cuanto a ideas creativas, sino a comprender todo su arte e intentar que tuviese repercusión. El libro más célebre de la fotógrafa sería A Way of Seeing de 1965 y lo realizó en compañía de Agee, quien consideraba las fotos de la neoyorquina como “un gran trabajo poético”.
Además, el fotógrafo Edward Steichen y el curador del MoMA John Szarkowski fueron otros aliados para la carrera de Levitt. Este último definió la obra de la fotógrafa de esta manera tan precisa:
Las fotografías de Levitt no muestran acontecimientos inusuales; la mayoría de ellas muestran los juegos de los niños, los quehaceres y las conversaciones de la gente de mediana edad, y la atenta espera de los mayores.
Lo notable de estas fotografías es que estos actos rutinarios de la vida, que se producen en todas partes y en todo momento, se revelan llenos de gracia, drama, humor, patetismo y sorpresa, y también que están llenos de cualidades artísticas, como si la calle fuera un escenario, y las personas actores y actrices, mimos, oradores y bailarines.
Helen Levitt: datos básicos
Helen Levitt es una de las fotógrafas callejeras más grandes de todos los tiempos, mérito que consiguió por haber logrado capturar la vívida espontaneidad de las calles.
Su estilo de fotografía a menudo se le define como “un teatro urbano” debido a la forma con la que Levitt fue capaz de capturar momentos fugaces, ordinarios y corrientes de gente común, y convertirlos en algo surreal y sumamente artístico.
También incursionó en el cine como directora de fotografía, guionista y productora, además de asumir otros roles en varias producciones. Todas ellas de corte independiente y de vanguardia. De su filmografía se recuerda sobre todo los trabajos In The Street (1948) y The Quiet One (1952) los cuales toman características de la filmografía de Dziga Vertov y Luis Buñuel.
El nombre de Levitt está a la altura de sus contemporáneas Berenice Abbott y Lisette Model, —pese a que estas dos fueron mucho más reconocidas—y, asimismo, Levitt fue una inspiración para fotógrafos de renombre posteriores como Garry Winogrand y Lee Friedlander.
En vida su obra recibió atención por primera vez en una edición especial de la revista Fortune de 1939, después en 1943 es exhibida en el MoMA junto a Walker Evans y Ben Shahn. También fue incluida en las exhibiciones grupales The Family of Man (1955) y One Hundred Master Photographs (1976).
Las exposiciones hacia sus fotos fueron muy pocas, pero se ganó la reputación de ser una “fotógrafa de fotógrafos” dentro de la comunidad, mientras que desde fuera casi nadie la conocía.
Las fotografías de Levitt se exhiben o se han exhibido recientemente en el Museo de Arte Moderno de San Francisco, el MoMA, el International Photography Hall of Fame and Museum y la Fundación Henri Cartier-Bresson.
Tras una insuficiencia respiratoria Helen Levitt falleció el 29 de marzo de 2009, en su amada Manhattan. Tenía 95 años.
Fotografías de Helen Levitt
El tema principal de Helen Levitt era la vida en la calle de Nueva York, en aquellos barrios de la clase popular como Lower East Side y el Harlem hispano. Sí. Poco más.
Solo en 1941 visitó otro lugar: México. Aunque el entorno cambia (y se nota a primera vista) el estilo es el mismo.
Qué barrios en concreto de México retrató en cada foto es algo que no se sabe del todo, pero tampoco importa.
Un elemento intencionalmente a priori confuso en la fotografía de Levitt es que nunca puso títulos a sus fotos, que pudieron haber sido realizadas en cualquier otro sitio. Madrid, Miami, Jersey, Mónaco.
Pero esto no significa que su obra fuera mediocre, repetitiva o con falta de gracia.
Ni siquiera en broma se puede decir eso.
En la calle hay drama, tragedia, humor e ironía. Es lo que más sobresale de sus fotos, una especie de cotidianidad excepcional.
¿Y cómo logró esa ilusión?
Por la composición y el instante decisivo.
Los momentos que inmortalizó Levitt implican poses y expresiones de los sujetos que les hacen ver como si fueran intérpretes, además que los encuadres y composición de la fotógrafa ayudan a conseguir tal efecto. Sus fotos fingen ser fotogramas de una escena de una comedia o un drama surrealista, cuando solo son instantes fugaces capturados con una precisión y cariño desbordantes.
También ayudó que igual como Sergio Larraín o el mencionado Evans, Helen Levitt pasaba totalmente desapercibida.
Como si no hubiera alguien con una cámara a simple vista. Era una más de su entorno.
Infancias pobres y gente rebelde
Y quizá alguien se pregunte…
¿Por qué el foco en Helen Levitt estaba en las poblaciones empobrecidas y marginadas?
¿Era ella otra extranjera fetichista y ansiosa de retratar aquellas realidades ajenas a su día a día?
Claro que no, obvio. Ella misma nació en la pobreza, y se dio cuenta que entre estos grupos había una mayor actividad social en la calle que en aquellos lugares a los que frecuentaba la clase privilegiada. Y fotografió sobre todo a las infancias porque… Bueno, la propia Levitt lo dijo de esta manera:
La gente cree que me encantan los niños, pero no es así. No más que cualquier otra persona. Es sólo que los niños estaban en la calle.
Tampoco debe obviarse el hecho de que, en realidad, el acceso a las calles hacia todas estas poblaciones estaba siendo cada vez más criminalizado.
Existían políticas aplicadas hacia la población racializada, empobrecida y marginada en general bajo eufemísticos nombres como “leyes de saneamiento” y “en favor del bienestar de los niños”.
Sí, ese tipo de cosas bien americanas.
Así que cuando vemos una fotografía de Helen Levitt de entre 1940 y 1950, estamos presenciando un sutil acto de rebeldía.
Retratos por el afán de ser sólo retratos
Lo que distinguió a Helen Levitt del resto de fotógrafos callejeros es que privilegió una mirada humanizadora y subjetiva sobre sus sujetos en lugar de abusar de ese estándar de “objetividad cruda” que en ese entonces dominaba la escena.
A saber, esa constante de realizar una fotografía que se acercara lo más posible a una realidad objetiva y pretendiera servir como un ejercicio de periodismo.
W. Eugene Smith y Walker Evans eran fotógrafos de esos tiempos que a su manera aplicaban esta regla con frecuencia, por ejemplo.
Pero en Levitt existe simpatía y conexión explícita con sus sujetos junto a un añadido distintivo: un cierto nivel de fantasía.
Es gente real siendo ella misma sin filtros, sí. Sin embargo, Levitt sólo retrata lo llamativo entre lo mundano, aquello que contrasta y causa intriga, como niños viéndose como adultos y adultos mostrando su niño interior.
Habrá quien piense que hay que buscar en la profundidad de la historia de Helen Levitt y su personalidad para comprender “su obsesión con la calle y su gente”. No es necesario:
Me gusta la gente de la calle. Todavía me gusta.
Levitt solo era una fotógrafa autodidacta y solitaria que decidió retratar su realidad más inmediata a su manera, sin seguir las tendencias del momento. Tampoco podía presumir de tener muchos contactos y extensas formaciones.
No se volvió una gran fotógrafa de la noche a la mañana. Simplemente disparó, disparó y disparó sin detenerse.
En una famosa cita, la neoyorquina recalcó esta característica de su obra:
Jamás pretendo hacer declaraciones en mis fotografías. La gente se pregunta: “¿Qué significa esto o aquello?”.
No tengo una buena respuesta para ellos. Ven lo que ven.
Levitt ajena al contexto no fue, solo se distanció de la pretensión de dar un mensaje o siquiera un significado específico. Lo suyo no es una fotografía de denuncia aunque lo parezca. Es, más bien, si cabe decirlo, una celebración de lo mundano.
Ya el público es el responsable de dar todas las lecturas posibles a sus fotografías.
La más famosa, pero la menos conocida de su tiempo
Así es como el ensayista David Levi Strauss definió a la fotógrafa y hay mucha gente de acuerdo —incluyendo a una servidora—.
El porqué se debe a que, en realidad, el reconocimiento hacia Levitt fue muy tardío.
Como pasó con Claude Cahun en el artículo anterior, Helen Levitt era una desconocida en vida.
Pero no porque fuera menospreciada entre la comunidad o temiera a represalias, no.
Fue, más bien, porque ella apenas quiso presumir su trabajo. Sí, estuvo en el MoMA y Fortune. Y yastá.
Y aunque frecuentó grupos como Photo League —aquella organización de fotógrafos fundada por Paul Strand que se comprometían con la justicia social— se mantuvo alejada de las modas o tendencias en la fotografía, y al no pertenecer a ningún grupo apenas se vio influenciada para adherirse a alguna regla.
A esto se le suma el hecho que fuera una mujer. Nos guste o no, el machismo de ayer y hoy ha invisibilizado o restado relevancia a muchísimas mujeres a lo largo de la historia de la fotografía.
Gerda Taro, Lee Miller, Anna Atkins o Claude Cahun. Todas son ejemplos de ello.
Honrosas excepciones son Berenice Abbott o Margaret Bourke-White, que sí han logrado ser un poco más reconocidas.
Y a diferencia de Taro o Miller, Levitt no tuvo un amante fotógrafo como para que la sociedad asumiera que ella se estaba aprovechando de la fama de un hombre y así mereciera ser más recordada.
Encima, ella jamás tuvo hijos, ni se casó ni se le conoce ninguna pareja. Era extremadamente recelosa de su privacidad.
Solo en la tercera edad fue cuando Levitt se dedicó más a la edición y publicación de sus propios libros.
Por todas estas razones su nombre entró tardíamente en la historia del arte, pese a todo su talento y visión.
Las fotos a color de Helen Levitt
Helen Levitt también fue pionera en el uso del color en la fotografía, siendo de las primeras profesionales de renombre en el medio que quiso explorar el formato. Empezó a utilizar películas a color en 1959 y 1960 con el apoyo de dos becas Guggenheim.
Era una época en la que la fotografía a color era considerada vulgar y solo permitida para la publicidad o la pornografía.
Sin embargo, a Levitt le robaron (casi) todos sus archivos en 1972. Y con ello su trabajo a color previo a tal año está perdido.
Salvo por unas contadas fotos, no sobrevive registro de todo lo que Levitt retrató a color en aquella etapa. Esta foto sobreviviente, por ejemplo, data de 1959.
Pese al shock, Levitt continuó fotografiando. A color y en blanco y negro. De hecho, sus fotografías a color más recordadas datan de mediados de los ochenta hasta principios de los noventa, fecha en la que rondaba los 80 años y en la que ya se va retirando poco a poco por problemas de salud.
Cine de Helen Levitt
El cine mudo y el surrealismo eran claras inspiraciones para la fotografía de Helen Levitt, pero lo extraño y súbito que había entre ambos elementos es algo que atrajo lo suficiente a la fotógrafa como para interesarse seriamente en el arte cinematográfico en sí mismo.
A Levitt se le recuerda su incursión en el cine más que nada por dos trabajos de 1948: In the Street y The Quiet One.
In the Street o “En La Calle” es un cortometraje dirigido simultáneamente por James Agee, Helen Levitt y Janice Loeb, y es una muestra de las fotografías de la artista en el Spanish Harlem, así como imágenes en movimiento grabadas a escondidas.
Resultó ser un corto de vanguardia que más tarde influyó en el cine verité.
The Quiet One o “El silencioso” es un documental sobre el desarraigo y rehabilitación de un niño afroamericano de 10 años, dirigido por Sidney Meyers y con guión de Ben Maddow. Levitt participó como co-guionista, cinematógrafa y directora de fotografía. Esto le valió una nominación grupal al Oscar como Mejor Largometraje Documental y Mejor Guión Original. Hasta la fecha es el único documental en recibir una nominación al Oscar por mejor guión.
También Levitt se encargó de la cinematografía de la película independiente The Savage Eye, también de Meyers y Maddow. La historia gira en torno a una recién divorciada y su resentido cuestionamiento hacia el mundo moderno. La trama combina dramatización con documental, y posee escenas de cámara escondida y montaje a lo Dziga Vertov. En cierto modo, The Savage Eye es un retrato en movimiento de la ciudad de Los Angeles co-creado por Levitt.
Además, fue productora de la película dramática experimental An Affair of the Skin, otra de Maddow. La historia gira en torno a una fotógrafa afroamericana que ve desde la distancia varios dramas románticos.
Asimismo, Levitt editó el documental de Emile de Antonio In the Year of the Pig de 1968, uno de los primeros de su tipo en retratar el horror de la guerra de Vietnam y la participación estadounidense en tal tragedia. Fue sumamente controversial para su momento e incluso recibió amenazas de boicot debido a su contenido crítico.
Ya se nota un patrón: todas las películas en las que Levitt estuvo involucrada implican un comentario político bastante empático, transgresor, polémico y progresista. Irónicamente, también trabajó para metrajes de propaganda del gobierno estadounidense, pero estas labores las realizó sin crédito.
Libros sobre Helen Levitt
A Way of Seeing (1965)
Traducido como “Una forma de ver”, este libro es el clásico definitivo de Helen Levitt y su mayor éxito en cuanto a repercusión se refiere. Contiene 50 fotografías de la década de los cuarenta de las calles de Nueva York y una introducción escrita por James Agee. La versión más reciente del fotolibro en inglés, lanzada a mediados de 2020, incluye la revisión exhaustiva del ex-asistente de Levitt, Marvin Hoshino.
Lírica Urbana (2010)
Lírica Urbana combina las fotografías de A Way of Seeing con las de su travesía en México de 1941 y su fotografía a color en Nueva York entre 1959 y 1993. A esto se le suma los distintos ensayos de diversos intelectuales que analizan la obra de Levitt y su relevancia en la actualidad. Es la mejor lectura que puede encontrarse en español acerca de la fotógrafa.
Helen Levitt (2008)
La magnum opus de Levitt recorre sus 70 años de carrera a través de una colección, aunque no completa, sí más que satisfactoria y bien realizada. Incluye fotografías de los años cuarenta, fotos a color y aquellas que tomó en México, tanto fotos célebres como inéditas. Es el último libro de la fotógrafa, después de haber publicado Slide Show (2005), Here and There (2003) y Crosstown (2001).
Levitt y su legado
Helen Levitt no es un nombre tan mencionado como lo es el de Walker Evans y Henri Cartier-Bresson, pero tenía tanto talento como ellos dos y muchos otros nombres infaltables cuando se habla de la historia de la fotografía callejera. Con una trayectoria tan extensa y que implicó libros, fotografías y películas, sigue siendo un poco triste la poca fama que ha obtenido Levitt.
Tal vez al final ella sólo se enfocó en lo más importante: fotografiar y disfrutar del proceso.
Sin dar explicaciones a nadie. Sin realizar jamás proyecto alguno, ni siguiendo algún movimiento o yendo más allá de Nueva York, Los Ángeles y México. Ni siquiera quiso presentarse en las galerías cuando sus fotos eran exhibidas.
Era una mujer introvertida, honesta, directa y de pocas palabras, y solo se enfocó en su propio criterio, en amar su oficio y valorar su subjetividad. No por nada Evans llamó a su estilo un ejercicio de “antiperiodismo” —y como halago—.
Salía y disparaba, seguía mis ojos… Intentaba capturar con mi cámara, para que otros lo vieran.
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- In the Street, 1948—A Film by Helen Levitt, ft. New Musical Score by Ben Model | From the Vaults: https://youtu.be/hznvV2bBkX4?si=dPq0yLFB41-avMuR
- The Quiet One (1948) | Documentary Film | Gary Merrill, Donald Thompson, Clarence Cooper: https://youtu.be/73bn6XXvCLI?si=7xdAiwcX80LiMMaa
Preguntas frecuentes
¿Qué cámaras usaba Helen Levitt?
La cámara predilecta por Levitt fue una Leica de 35 mm con lente gran angular. Lo compacto del diseño y la profundidad del lente le favoreció para realizar sus tipos de fotografías.
¿Qué estilo de fotografía realizó Helen Levitt?
Su estilo sobresale por el dinamismo e instante decisivo de sus fotos, en los que el sujeto era siempre una persona o un pequeño grupo en los que cada quien destaca de una forma u otra. Se valió del espacio negativo, la regla de tercios, el contraste y cuanto recurso hubiera a su alcance, para crear estas escenas de aparente teatralidad y espontaneidad.
¿Qué legado tiene Helen Levitt en la fotografía callejera?
Como Evans o Cartier-Bresson, la influencia de Levitt para cualquiera que se dedique a la fotografía de calle es… Obligatoria. Es decir, su trabajo no puede obviarse cuando se trata de comprender los orígenes del género y sus mayores exponentes.
Fuentes
- https://www.lensculture.com/articles/helen-levitt-helen-levitt-new-york-streets-1938-to-1990s
- https://thephotographersgallery.org.uk/whats-on/helen-levitt-retrospective
- https://archive.nytimes.com/lens.blogs.nytimes.com/2017/10/12/the-subway-portraits-of-helen-levitt/
- https://www.huckmag.com/article/helen-levitts-intimate-scenes-of-20th-century-new-york-life
- https://fraenkelgallery.com/exhibitions/helen-levitt-vintage-chalk-drawings-1938-1948
- https://performancematters-thejournal.com/index.php/pm/article/view/47
- https://m.imdb.com/name/nm1844803/
- https://www.iphf.org/hof-helen-levitt
Hablando de conocer la vida de los fotógrafos que han hecho historia…
¿Sabes que mirar sus fotografías es la mejor manera de que las tuyas tengan alguna posibilidad de hacer historia también?