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Dora Maar fue una artista surrealista que exploró la fotografía y la pintura para crear imágenes extrañas, provocativas y excepcionales.

Su obra abarcó desde fotomontajes hasta retratos de estudio y fotografía callejera, destacándose en exhibiciones junto a Salvador Dalí y ganándose el respeto de André Breton y Man Ray.

Pese a su talento, por décadas se la conoció sólo como la musa y amante de Pablo Picasso. Esta relación fue tan tóxica que Maar llegó a recibir tratamiento con el psicoanalista Jacques Lacan.

Solo en tiempos recientes su obra ha sido redescubierta y reivindicada como una de las mejores del surrealismo. Su sola presencia fue un símbolo viviente de la mujer moderna y un modelo a seguir del París de los surrealistas.

Era una fotógrafa extraordinaria.

Henri Cartier-Bresson.

Biografía de Dora Maar

Primeros años en Argentina y París

 

Nacida como Henriette Theodora Markovitch el 22 de noviembre de 1907 en Croacia, Dora Maar creció en un entorno multicultural entre Argentina y Francia.

Era la hija única de un exitoso arquitecto croata que trabajó para la embajada de su país en Argentina, y su madre fue una francesa propietaria de una boutique de moda.

Maar pasó sus primeros 23 años en Buenos Aires, donde desarrolló un interés por la fotografía, a la que recurría especialmente en sus viajes hacia París. Hablaba con fluidez francés y español.

En 1931 se mudó definitivamente a la capital francesa para estudiar pintura y artes plásticas en institutos como el Louis-Lumière, la Academia Julian y la Escuela de Bellas Artes. Es en estas dos últimas instituciones que se matricula y empieza a usar el seudónimo Dora Maar, un acortamiento de su nombre Theodora Markovitch.

Dora Maar con Brassaï, Cartier-Bresson y Man Ray

 

Durante sus estudios Dora Maar conoce a Jacqueline Lamba, artista surrealista que sería la futura esposa del fundador del movimiento, André Breton. Ella se convirtió en una de sus mejores amigas. 

La pasión artística de Maar estaba especialmente en la pintura y por ello frecuentó el taller del pintor André Lhote, entonces maestro de Henri Cartier-Bresson. A través del Lhote, Maar conoció tanto a Cartier-Bresson como a Brassaï

Brassaï dijo una vez que Maar:

(…) Tenía unos ojos llenos de vida y una mirada atenta, de una fiereza a veces perturbadora.

 

Poco después la artista plástica modela para Man Ray y comparte espacios (y conocimientos) fotográficos con él y Brassaï, quien ya gozaba de una gran reputación como retratista de la élite intelectual parisina y sus noches mágicas.

Retratos de Dora Maar por Man Ray

Por las mismas fechas tuvo de mentor al fotógrafo Emmanuel Sougez, director del departamento de fotografía del seminario L’Illustration. Era un artista pionero de la fotografía artística de desnudo y las abstracciones. 

Maar aprendió fotografía con los mejores. 

 

 

 

La cabocharde de los surrealistas

 

Dora Maar estaba enamorada de París y París estaba perdidamente enamorada de ella: se ganó el apodo de “La cabocharde” (la terca) y era un símbolo viviente de la nueva mujer, la mujer moderna: inteligente, hermosa, sabia e independiente. 

Su talento fue lo suficientemente abismal como para convencer al sexista de largo historial, André Breton, de incluirla en el círculo de surrealistas, junto a Man Ray y Salvador Dalí. Fue una de las pocas mujeres aceptadas y celebradas en tales espacios.

Con 27 años, en 1934, Dora Maar abre su propio estudio fotográfico junto al fotógrafo Pierre Kéfer, aunque en la práctica ella era la que hacía gran parte del trabajo.

Abarcó todo tipo de fotografía: experimental, comercial, retratos, moda y desnudos. Firmaban cada foto como Kéfer-Dora Maar.

La cercanía de Maar con los surrealistas implicó que estuviera cada vez más involucrada en el activismo de izquierda y en denunciar los crímenes de los Estados fascistas de los años treinta, como los de Alemania, España e Italia. 

Por ello se unió a distintos grupos izquierdistas, entre los cuales se encuentran Grupo Octubre de Jacques Prévert, Unión de Intelectuales contra el Fascismo y Contre-attaque, una organización fundada por Breton y en la que compartió espacios con Claude Cahun. También firmó varios manifiestos como el Appel à la Lutte de Breton. 

 

 

Fotografía callejera en la Gran Depresión 

En vista de las crisis de desigualdad y pobreza de la Europa de entreguerras, Maar salió de su estudio para fotografiar a la población más marginada por la sociedad en París, Londres y Barcelona, entre otras ciudades europeas. 

El desempleo y la pobreza hasta el punto de la desnutrición eran bastante frecuentes en toda la región. Los fotógrafos sentían cada vez más necesario retratar todo ese sufrimiento humano, a modo de denuncia social a través del arte. 

Las fotografías de Maar sobre personas sin hogar, mujeres embarazadas e infancias en condiciones precarias evocan la obra de Walker Evans y Dorothea Lange, pero con un estilo más político y surrealista.

 

 

Dora Maar: datos básicos

 

Dora Maar (1907-1997) fue una de las artistas surrealistas más talentosas y prolíficas de su época. Aparte de ser fotógrafa y pintora, se embarcó en la poesía, el diseño textil, la escultura y el activismo antifascista. Su obra más recordada son sus fotografías surrealistas, que van desde abstracciones, fotografía callejera y de moda, géneros que dominaba con maestría. 

Tuvo amistades y alianzas con grandes artistas como André Breton, Brassaï, Lee Miller, Nicolas de Staël y Jean Cocteu. 

Era una fotógrafa de gran éxito en París, aunque a partir de 1936 redujo su actividad fotográfica en favor de la pintura. Desde 1945 disminuyó su presencia en los círculos artísticos, abandonó la fotografía y se refugió en el catolicismo. 

En los años ochenta volvió a la fotografía a través de fotogramas, es decir, impresiones fotográficas abstractas hechas sin cámara. 

Pese a todos sus méritos, Maar fue olvidada por el mundo del arte, y quedó relegada al papel de ser solamente “la musa de Pablo Picasso”, debido a su relación con él por ocho años.

Y aunque el malagueño hizo cientos de retratos de la fotógrafa, ella afirmó que ninguna de estas obras realmente le representaban.

Sea como fuere, Dora Maar vivió por y para el arte, y le importó poco la fama al final. Creó arte hasta el final de su vida a sus 89 años, un 16 de julio de 1997. Desde entonces ha sido la protagonista de retrospectivas como la del Palacio Fortuny de Venecia en 2014 y Tate Modern en 2024.

 

 

Estilo visual de Dora Maar

 

Dora Maar era ante todo una fotógrafa surrealista, y su cuerpo de obra se puede comparar con la de Man Ray y su contemporánea, la también marginada Claude Cahun. 

Valiéndose de yuxtaposiciones, ángulos inusuales, doble exposición, fotomontaje y planos con gran detalle y contraste logró un estilo fotográfico sugestivo, cargado de dramatismo y un toque absurdo. Recurrió a las iluminaciones fuertes y las sombras para sugerir e intrigar a partes iguales. Sus cámaras predilectas eran las de formato medio de la marca Rolleiflex.

El surrealismo lo presenta al resaltar lo raro en lo cotidiano y crear escenas dignas de ensueño y del inconsciente a través del fotomontaje, que los creaba tanto a partir de sus propias fotos como de ocasionales recortes de periódicos. 

 

 

Fotomontajes y pinturas de Dora Maar

Para Dora Maar todo es cuestión de crear un mundo nuevo, más que retratar la realidad es cuestión de cuestionarse y desorientar a la audiencia.

Es una obra de carácter único y que, fiel al espíritu surrealista, plantea más dudas que respuestas. Y aunque es evidente que varias fotografías tienen un tema claro (por ejemplo, erotismo, sueños, imaginación) la interpretación final depende de cada quien. 

Una de las fotos más célebres de Maar es el Retrato de Père Ubu, un primer plano de un armadillo bebé. Esta imagen se usó para personificar el obeso personaje llamado Père Ubu de la obra de teatro absurda de Alfred Jarry, Ubu Roi, de 1896.

Aunque Maar dedicó parte de su carrera fotográfica al campo de lo comercial, esto no quiere decir que sus fotos comerciales fueran menos artísticas. Incluso cuando se trataba de tales encargos, Maar presumía su excepcionalidad. 

El retrato de su amiga Nusch Eluard, The years lie in wait for you (1935) (Los años esperan por ti) por ejemplo, era para un anuncio de una crema anti-envejecimiento. 

La “mano-concha”, entre tanto, es un clásico ejercicio del surrealismo de sus fotomontajes en su máxima expresión. Parece haber cierto simbolismo a feminidad y erotismo, una distorsión del cuerpo de la mujer. 

Esto es un patrón que se ve en muchas fotos de Maar: una especie de mutilación del cuerpo femenino. Ya sea un maniquí con cabeza de estrella, un busto, las piernas flotantes sobre una mano anónima o el rostro duplicado de la artista, como quitándose una máscara.

Son fotos que rayan en lo sórdido e imposible. Siempre sugieren y ocultan algo. Algunas imágenes son más experimentales que otras. La siguiente imagen de una mujer sentada de perfil es una combinación de fotografía con una técnica de grabado encima del negativo. 

El tatuaje de la modelo y el pelo son falsos, es un dibujo y tal técnica, que se la enseñó a Pablo Picasso, se conoce como cliché verre. 

Este otro fotomontaje titulado El Simulador es una imagen creada a partir de dos fotos invertidas y subexpuestas. El niño que en realidad estaba jugando tranquilamente en la calle es transportado, a través de las manipulaciones de Maar, a un escenario subterráneo donde parece estar poseído

La iluminación es lo que juega en favor de este imaginario, así como el propio título que la fotógrafa dio a su creación. ¿Quién es el simulador? ¿El niño o es algo más? ¿Qué simula para empezar?

Sus fotos más del género de retrato de estudio o de la calle también poseen cualidades surrealistas. El ojo fotográfico de Dora Maar era lo suficientemente poderoso y excepcional para encontrar el surrealismo oculto en la realidad.

Guernica y la mujer que llora

 

Maar registró entre mayo a junio de tal año el proceso de creación del mural, que por cierto, está en blanco y negro, tal como eran sus fotografías. Que Picasso pudiera ver el registro de su obra en Rue des Grands-Augustins le permitió mejorarla con mayor facilidad. 

Esta obra maestra representó el regreso triunfante de Picasso tras la que consideró la peor etapa de su vida: llevaba meses con apenas inspiración para crear arte. 

Así, Maar se volvió la musa del pintor, la retrató más de quinientas veces y se convirtió en la principal inspiración de su serie de retratos de la mujer que llora, símbolo del sufrimiento español durante la guerra. 

Pero él era un completo maltratador. Pasó de admirarla a sentirse intimidado por su intelecto y la empezó a menospreciar. 

La ningunea en público, se mofa de sus crisis nerviosas e incluso la hace “pelear por su amor” con otras amantes. 

Picasso durante toda su relación con ella jamás rompió con su esposa Olga Khokhlova.

Curiosamente, conforme pasan los años, los retratos de Picasso sobre Maar se vuelven más fríos y distantes. Se percibe ese cambio sutil en la forma en la que sentía y veía a su amante. Las poses y expresiones lo suscitan.

 

 

Retratos de Dora Maar por Pablo Picasso

Tras ocho años de relación, Picasso rompe todo vínculo con Maar y se va con otra amante, Francoise Gillot.

 

 

Dora Maar, a pesar de Picasso 

 

Los años cuarenta fueron probablemente la peor etapa en la vida de Dora Maar. 

Además de abandonarla por completo hacia 1946, Picasso se encargó de difundir el rumor de que se había vuelto “loca”. 

Incluso ahora persiste el mito de que Maar enloqueció por culpa de Picasso.

Sin embargo, la realidad es más compleja. 

 

 

Entre duelos y terapia de electroshock

 

Dora Maar sufrió entonces un colapso nervioso no sólo a causa de la ruptura con Picasso, sino que enfrentó al mismo tiempo el repentino fallecimiento de su madre. Después su padre se mudó hacia Argentina para alejarse de la guerra.

Todo el círculo artístico margina a Maar salvo por los Eluard, artistas surrealistas que eran amigos en común de los ex-amantes. 

Pero en el mismo año Nusch Eluard sufrió un súbito derrame cerebral que resultó ser letal. 

Era de las mejores amigas de Maar y aquello pasó mientras almorzaban juntas.

Otros de sus amigos se exiliaron debido a persecuciones políticas.

Gracias a Paul Eluard, la artista recibe atención psiquiátrica. 

Incluso pasó un tiempo hospitalizada y recibió electroshocks. Jacques Lacan la atendió hasta que Paul Eluard la vuelve a ayudar, esta vez para sacarla del psiquiátrico. 

Seguía siendo una artista recurrente en exposiciones, pero estaba demasiado deprimida. Finalmente encontró refugio en su fe católica y siguió exponiendo sus pinturas en galerías de arte, aunque con menor frecuencia. 

En algún momento entre 1945 y 1946 se cree que la artista dijo las siguientes célebres palabras:

 

Después de Dios, Picasso.

 

¿Picasso arruinó la carrera de Dora Maar?

(Dora Maar) Picasso en la portada semanal del Time (1939)

Es un mito que Dora Maar se volviera una total ermitaña o dejara de crear arte después de su ruptura con Picasso. Pero es cierto que jamás volvió a ser la misma ni recuperó aquel estatus de sus veinte, cuando todo el mundo parecía amarla.

Porque la relación con Picasso implicó la consecuencia directa de hacerla quedar relegada en la historia reciente del arte. 

Es vista aún como una musa, una amante o “la llorona de Picasso”, negando así todo su mérito como artista por derecho propio. 

Fue víctima de una época muy machista, en la que la voz de la mujer no importaba. 

De hecho, ninguna mujer tenía derecho al voto en Francia hasta 1945. 

¿Por qué importa recordar (y admirar) a Dora Maar?

 

Con un contexto tan crudo, y pese a sus privilegios como mujer de clase alta, Maar logró cosas impensables e inspiradoras para las mujeres de su época. Fue tan talentosa que el propio Cartier-Bresson la halagaba y se ganó el respeto de Man Ray.

Era soltera e independiente económicamente a sus veintisiete y dirigía su propio estudio de fotografía, tan exitoso como el de Brassaï.

En definitiva, una mujer lista con una autenticidad artística innegable. 

Y aún así, la mancha de ser “la loca amante del genio cubista” sepultó su reputación para siempre. Al menos, hasta ahora. 

En busca de Dora Maar (2022) 

 

La periodista francesa Brigitte Benkemoun dio por pura casualidad con una agenda que pertenecía a Dora Maar cuando compró un diario antiguo por eBay. 

En la libreta figuraban los nombres y dirección de André Breton, Jean Cocteau y Brassaï; y tras una extensa investigación, descubrió a quién pertenecía originalmente tal pieza. 

Así, Benkemoun se obsesionó con la vida y obra de Maar al punto de escribir la biografía más completa de la artista hasta la fecha. 

Es un libro de fácil lectura de la editorial Taurus y posee alrededor de 200 páginas. 

Un libro el doble de extenso y detallado fue lanzado anteriormente por la licenciada en historia de arte Victoria Combalía, aunque es mucho más complicado de conseguir. También ella fue responsable del documental Dora Maar, a pesar de Picasso (2014) y es considerada una de las mayores expertas en la biografía de Dora Maar y Joan Miró. 

Legado y reconocimiento póstumo de Dora Maar

 

Dora Maar pasó los últimos años de su vida en su apartamento en Rue de Savoie en París, rodeada de su propio arte y manteniendo un reducido círculo de amistades alrededor. 

Solo póstumamente se descubrieron (y se redescubrieron) muchas de sus obras.  En especial sus pinturas, ya que muchas eran de un carácter muy personal.

En su honor se creó una tienda de moda de lujo homónima en 2020, así como el Centro Cultural Dora Maar, una antigua casa que ella compró en 1944 y que ahora es este espacio dedicado a apoyar con becas a artistas emergentes. 

Desde 2001 hasta 2024 se han realizado distintas retrospectivas de la artista, siendo la más grande hasta la fecha la exhibición del Tate Modern en Londres, con más de 200 objetos exhibidos, entre pinturas, fotos y fotogramas. 

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Preguntas frecuentes

¿Cómo y por qué destacó Dora Maar en el mundo del arte?

Dora Maar fue una visionaria artista surrealista que influyó sobre sus contemporáneos, y asimismo fue inspirada por los distintos vínculos que tuvo dentro del movimiento, como Nusch y Paul Eluard, Lee Miller, André Breton y Jacqueline Lamba. Sus fotomontajes sugestivos y su pulido ojo fotográfico le valieron un amplio reconocimiento en la comunidad. 

¿Qué relación tuvo con Picasso?

Fueron amantes durante ocho años, y ambos cambiaron sus perspectivas artísticas mutuamente en este proceso. Sin embargo, la relación era de carácter abusivo, y Picasso la maltrataba de múltiples maneras. Tras la ruptura, la imagen de Maar quedó relegada a la de simple amante, y nunca recuperó la fama que tuvo en su juventud. 

¿Cómo era el estilo fotográfico de Dora Maar?

Dora Maar destacó por sus fotografías surrealistas, en las que el fotomontaje y las múltiples exposiciones que creaba mostraban mundos melancólicos, góticos e introspectivos. Aunque su obra fotográfica se divide, a grandes rasgos, en dos facetas —la fotografía callejera y la fotografía de estudio— su cuerpo de obra suele obedecer a las mismas lógicas del surrealismo.

¿Qué otras mujeres destacaron en el movimiento surrealista?

Como mención honorífica destacamos a las fotógrafas Rogi André, Henriette Grindat e Ida Kar y las artistas visuales Claude Cahun y Toyen —aunque ambas tenían identidades de género fuera del binario cis—.

La propia Dora Maar tenía amigas  que eran muy talentosas y sus historias también son olvidadas: Lee Miller (conocida como “la amante de Man Ray”), Nusch Eluard (ex-esposa del cofundador del movimiento, Paul Éluard) y Jaqueline Lamba (ex-esposa de Breton).