Un importante estudio que hemos hecho en Fotonistas confirma que…
Hacer un curso de fotografía tiene efectos secundarios, como por ejemplo…
- Que tus amigos no huyan por la puerta de atrás cuando les pases el power point con las fotos de tu último viaje.
- Dolor cervical: una cámara colgada del cuello pesa, y no vas a querer separarte nunca de ella.
- Que tus fotografías te empiecen a gustar. Chungo.
- Tener tema de conversación con otros drogatas de la fotografía como tú.
- Quedarte a medias, esto duele.
- Un efecto muy cursi (pero real): descubrir un mundo maravilloso.
- Hacer unos retratos de tus seres queridos que merezca la pena imprimir para colgar en un marco (o para llevar en la cartera, como antaño).
- Conocer a esa gran desconocida, tu cámara de fotos, como si la hubieras parido, digo construido.
- No estamos hablando de psicología, pero descubrir que no eres una persona negada para la fotografía igual te sube el ego.
- Atención porque este es un efecto gravísimo: desconectar.
- Y otra cosa horrible que te puede pasar es que pierdas la cabeza y quieras empezar a vivir de la fotografía. Suerte.
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O que quieras ponerle a tu bebé el nombre de la escuela donde hagas el curso de fotografía… ¡Fotonistas, sube pa’ arriba y cómete el bocata de mortadela que tienes que crecer!
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Arruinarte. Porque después del primer curso de fotografía querrás hacer el segundo, y después del segundo el tercero, y después del tercero el cuarto, y así hasta el infinito.